2: Patético

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¿Por qué?

¿Por qué hay esta presión? Por qué siento mi pecho oprimido, que pasa con esto, no lo entiendo, no puedo recordarlo. Siento mis labios moverse, un fantasma enterrado en una gris realidad, viendo un mundo mas allá de los espejos.

Uno del que forme parte

¿Por qué hiciste esto, pensé...

Oigo mi voz romperse, por más que intento ver la escena frente a mí una bruma de sombras lo cubre, como un velo que oscurece todo. Pero puedo jurar que esta sonriendo altaneramente.

No debiste hacerlo, preciosa.

NO ME LLAMES ASI.

La presión aumenta, siento mis manos temblar, reconozco la fría traición... pero algo dentro mío comienza a sentirse derrotado, resignado, sabía que esto pasaría.

Lo sabía claramente pero algo me movió a no creerlo.

Todos tenían razón contigo suspiro, eres un cobarde.

No recibo respuesta, el aludido da un paso hacia mí. Viendo algo en mis manos.

No puedo ver que es

Mis piernas se mueven rápidamente, estoy corriendo, empujando todo a mi paso.

Siento alguien corriendo tras de mí, pero ya no me importa.

El sabor del odio inunda todos mis sentidos, ya ni siquiera es dolor lo que me impulsa a huir.

Es el más profundo asco.

Corro, lo único que pienso es querer salir de ese lugar alejarme, miro vagamente la pista, camino unos tres pasos.

Oigo mi nombre salir de un grito de agonía. Entonces comienzan los gritos. Y siento un frio recorrer todas mis terminaciones nerviosas. Y dejo de sentir todo por un momento, dejo de enfocar la realidad como un cuadro definido para comenzar a caer en las brumas.

Un solo rostro entra a foco. Todo se mueve muy rápido, es demasiado difícil seguirle el paso. Estoy adormecida por completo, sedada. El dolor quema desde las profundidades de mi ser y esta droga me restringe, no puedo liberarme.

¿Usted es familiar de la señorita que acaba de internar?

¿Cómo esta ella doctor? oigo una voz desesperada. Las palabras sueltas en un tono de agonio que me parece familiar

―Estable, tiene muchos hematomas pero lamentablemente hay una mala noticia.

Quiero gritar, decir que no estoy bien, pero no puedo, no puedo hablar, mi cuerpo quema en la agonía y no puedo hacer nada más que soportarlo.

―¿Qué pasa doctor? ¡Hable de una vez!

―La señorita tuvo una perdida. Tenía un poco más de un mes, lo lamento mucho.

Todo cae en un silencio. Todo se fracciona a mí alrededor. Algo me jala hacia atrás, haciendo la escena cada vez más pequeña ante mis ojos.

Abro los ojos con un grito contenido, mi cuerpo se levanta de la cama chocando la persona que está sentada delante de mí. No puedo entender por qué, no recuerdo muy bien el sueño, pero lágrimas descienden incontrolablemente por mis mejillas, y me aferro a la persona frente a mí.

Recuerda OlvidarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora