Capítulo 5: Día nuevo, algo nuevo

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Día nuevo, algo nuevo...

A primera hora anunciaron que llegaría una nueva compañera. Entro al salón, cabello ondulado, blanca, sus ojos iluminaban todo el lugar y una sonrisa característica de los ángeles, no paraba de mirarla. Se sentó a lado mío. Su cabello tapaba la mitad de su cara, ella solo miraba su libro.

En hora de literatura estuvieron hablando sobre temores y esas cosas. El maestro que nos enseñaba era uno de lo mejor que había conocido, el siempre me ayuda en mis trabajos y tareas, sabía escucharme y me daba consejos, es uno de esos profesores que ya no exísten en este mundo.

-Señor Reategui, dijo el profesor Santibañez.

-Sí, profesor.

-¿Usted a que le teme?

-Amm, amm... tengo miedo de enamorarme, el amor suele destruir el corazón si no es verdadero.

Desde mi costado se escucho: -¿Puedo decir algo?

-Si señorita. Mirando la lista dijo: Es nueva me parece interesante, prosiga...

-Temerle al amor es temerle a la vida, y aquellos que le temen a la vida ya están casi muertas, dijo ella.

La mire, me miro y fuimos interrumpidos por la siguiente pregunta del maestro: -¿Alguien más que quiera opinar? ¿Nadie?

A la salida observé que ella miraba hacia una pareja de enamorados en una banca frente al colegio. Me acerque a ella...

-¿Eso es amor? pregunté.

-No, son solo dos tontos besándose.

-Entonces...

-No es amor y por ende no le temas

Me había sacado una pequeña sonrisa, me miro, la mire y dije:

-¿Estás segura?

-Sí, me llamo Lissandra Rojas, y ¿Tú?

-Sergio.... Reategui, un gusto

-Un gusto igualmente

-¿Por dónde vives?

-Vivo en un lugar al que llaman “hogar”

-¿Eres nueva en la ciudad?

-Sí, ¿Tú?

-También... ¿Con quién te regresas?

-Sola, mi casa no está lejos, solo a diez cuadras de aquí.

-Te acompaño.

-No gracias.

-¡Vamos! te seguiré molestando hasta que digas que si señorita Rojas.

Fue la primera vez que logré hacerla sonreír, una sonrisa muy tierna y encantadora.

-De acuerdo, hasta una cierta parte y luego te vas, dijo

-Está bien, algo es algo!

En el camino, fuimos hablando y conociéndonos un poco más

-¿De dónde vienes?, pregunté

-De un lugar muy lejos, ¿Tú?

-De un lugar cercano

-¿Enserio?

-Sí! de una ciudad a 6 horas de acá

Las preguntas eran millones, pero el camino tan solo 10 cuadras.

-¡Acá es mi casa! acá vivo, será mejor que tu también regreses a la tuya

-Tal vez, pero es agradable pasar un momento más contigo

-Ya deja de coquetear conmigo!

Me saco una segunda sonrisa...

-Eso no se vale, señorita Rojas!

-Si se vale! ya vete Sergio jaja, ya es tardísimo

-Está bien, nos vemos mañana

-Hasta luego....

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