Iguales

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En la mansión Agreste.

Adrien estaba por irse al colegio pero justo su padre salió de su encierro de otaku y miró a su hijo con curiosidad al ver la bufanda que tenía.

El chico al darse cuenta, lo miró con una sonrisa, agradecido por ése regaló hace un año y Gabriel se acercó para acariciar la bufanda y mostrar su pulgar en alto.

Adrien, lo miró confundido y señaló a su padre quien negó en crear ésa obra de arte.

Los dos Agreste se miraron por unos segundos y pronto voltearon lentamente a ver a Nathalie, quien estaba yéndose de puntillas de pies, escapando de su castigo.

-¡Ajam!

Se aclaró la garganta el Agreste mayor, haciendo que la mujer se detenga y se volte, a dar una explicación, apenada.

Adrien al oír quien le regaló en verdad la bufanda, se molestó por que Marinette no le dijo la verdad y lo hizo ilusionar pero por primera vez su padre abrió su corazón y le dijo que ella seguro no dijo nada por que lo quería ver felíz, haciendo que su hijo se calme.

Adrien pensó en que hacer para mostrar su gratitud y sonrió al pensar en algo.
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Un mes después, en el colegio.

Marinette estaba nerviosa por que Adrien la llamo para hablar a solas.

¡¿Hizo algo tonto y no se dio cuenta?!

¡¿Se dio cuenta de que era Multimouse e iba a denunciarla con la policía por abrazarlo?!

El chico acercó sus manos y ella cerró sus ojos, asustada.

¡¿Le iba a apretar las mejillas?!

Éso era cruel.

Sus mejillas nunca fueron apretadas y se sorprendido, sólo sintió algo cálido en su cuello.

Marinette abrió sus ojos, vio la sonrisa de Adrien y parpadeo un par de veces antes de bajar la mirada y ver que tenía puesto, una bufanda rosada, con pequeños errores.

La azabache se sonrojo y miró a su amigo quien con una inmensa sonrisa, señaló la bufanda que él tenía.

-Debiste decírmelo desde un principio.

Exclamó y ella sólo agachó la mirada, apenada.

Así que ahora Adrien lo sabía.

El rubio, con atrevimiento, tomó la mano de Marinette, la levantó un poco y la beso.

La peliazul sólo sonreía, no sabiendo como manejar toda ésa alegría.

Ahora Adrien y ella, compartían bufandas similares... nada similares por que la de ella era rosa y con defectos pero las curitas que Adrien tenía en sus dedos, le decían mucho.

Uno siempre espera un lindo momento para confesar sus sentimientos ¿será ése el suyo?

No lo sabía pero ahora que tenía la oportunidad, no la desperdiciaria.

-Adrien... me gustas.

Y las mejillas de Adrien se pusieron rojas de a poco al oír éso.

¡¿Le gustaba a Marinette?!

Fín.

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¡Hola!

Y como prometí, actualización hasta el viernes, hoy.

Muchas gracias por leer está pequeña historia con pocos diálogos.

Gracias por su tiempo.

Hasta la próxima...

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