O2

101 14 5
                                    

Capítulo II | ¿Casualidad o destino?

Después de aquel extraño encuentro, Choi MinHo siguió con su rutina los días siguientes el cual era hacer ejercicio y tratar de entretenerse pues ir solo dos días de trabajo era aburrido, ya ni siquiera recordaba lo que era el estrés pero no podía negar que para entretenerse se la pasaba pensando en aquel joven, le daba curiosidad por conocer más a fondo que tan solo su nombre pero tal vez eso lo debe hacer su imaginación ya que no sabía si lo vería después aunque lo más probable es que no.

Un lunes MinHo salió sonriente de su departamento, se dirigía a su trabajo con su traje muy bien planchado, impecable, sin ninguna pequeña arruga o pelusa, se detuvo para mirar su reloj manual de oro puro dándose cuenta que aún faltaban 20 minutos para la entrada de su trabajo la cual se encontraba a unos metros de él, así que decidió ir por un café americano, tan amargo como le gusta. Entrando a la cafetería aspiró cerrando los ojos disfrutando el olor a café que el local desprendía, cuando los abrió logró reconocer una rubia cabellera que se veía tan suave que podría acercarse a acariciar pero se contendría.

Narra MinHo:

—Buenas tardes, un café americano mediano con bollos de canela— pedí a la máquina que se encontraba detrás de la máquina ¿que irónico no?

—Buenas tardes, en unos minutos su orden vendrá— contestó amablemente a quién al parecer se llamaba Henry por el gafete que colgaba de su uniforme. Tomé el ticket que se había impreso y miré el número de espera, era el 15 e iban por el 09, me dí la vuelta esperando encontrarme con el rubio deseando que fuese el niño que regaba mi planta con químicos (que por más que me enojaba, con él no lograba sentir aquella emoción) aunque para ser sincero no sé porque deseaba eso, él a penas ha de tener diecisiete años pero nació en mí una atracción extraña hacia él.

Me dirigí a una mesa vacía para dos colocando mi maletín a un lado mío, cuatro números habían avanzado y yo aún sólo lograba verle a espalda a el rubio, vi como éste se movió pero aún no pude verle el rostro pues el condenado se había metido a área privada.

Suspiré. ¿Por qué me urgía saber si era él? Tal vez es porque es alguien con quién he entablado una conversación más allá del trabajo o cuando se trata de pedir comida, o porque dijo que le gustaban mis converse de aquel día.

—Orden quince— era mi turno, tomé mi maletín para dirigirme a recoger mi café con los bollos de canela que tanto amaba

—Vuelva pronto— un hermoso chico rubio acababa de decirme eso con una sonrisa muy amplia y con “un hermoso chico rubio” me estaba refiriendo a TaeMin

—¿TaeMin?— después de que deseara que fuera él el chico que hace unos minutos quería verle el rostro, ahora me sorprende— ¿Qué haces aquí?

—Aqui trabajo— contestó con la misma sonrisa provocando que sus ojitos se achicasen.


𝟑𝟕𝟎-𝐐 | twominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora