Día 1: Tomándose de las manos

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Definitivamente, Kaiba no era efusivo. Transmitía cariño a su manera, pero aún así a Jounouchi no le importaba. Mientras le siguiera queriendo, no había de qué preocuparse.

Sin embargo, el joven CEO estuvo reflexionando sobre eso. Temía que Jounouchi le comenzara a despreciar por no demostrar su amor a través de las acciones. Cabe decir que también le daba mucha vergüenza, por no decir asco, de ser tan meloso como otras parejas que suele ver por la calle.

— Será mejor que me dé prisa, no tengo tiempo para tonterías. — Pensó y se abrochó el cinturón del pantalón.

— ¡Seto! ¡Ya está aquí Jounouchi-kun! — Exclamó Mokuba desde la planta de abajo.

— ¡Ya voy!

Al acabar de vestirse y acicalarse un poco, se dirigió a las escaleras. A decir verdad, su corazón aceleró un tanto al ver a Jounouchi en la entrada, pero sabía disimularlo.

— Bien, perro callejero, vámonos antes de que acabe la función. — Dijo acercándose a él.

— ¿Qué me acabas de llam-

Jounouchi calló en cuanto Kaiba agarró su mano y entrelazó los dedos con los suyos. Hasta Mokuba notó el sonrojo que se apoderó de la mitad de su rostro.

— Mokuba, te dejo al cuidado de esto. Cualquier cosa rara que hagas es responsabilidad tuya. — Advirtió el CEO antes de retirarse.

El menor asintió y se despidió de ambos.

Una vez ya en la acera, Kaiba seguía sin soltar la mano de su novio. A Jounouchi le extrañaba, pero al mismo tiempo le hacía muy feliz.

— E-Esto es muy raro… Quiero decir, no sueles hacer estas cosas en público… — Dijo el rubio un tanto nervioso.

Kaiba se deleitaba con lo vulnerable que se hallaba, por lo que rió leve y le miró.

— He de admitir que ya no me da miedo que me vean contigo, Katsuya. — El castaño elevó su mano y sembró un beso en ella, devolviéndole los nervios a Jounouchi. — Que piensen lo que quieran, son todos unos pardillos.

— Y-Yo… Kaiba… — Jounouchi le esbozó una sonrisa junto a un notable rubor. Sin duda le enterneció aquella acción.

— Pero no te vengas arriba, cachorro, que de esto no paso. Al menos en público. — Kaiba vaciló y el rubio se apegó más a él.

— Eres un tonto.

Y así, ambos se negaron a soltar la mano del otro en lo que les quedaba de camino.

Reto: 10 días de OTP 》海城 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora