Capítulo I: El inicio del fin

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             ☆Lucía☆

Crecí en una familia acaudalada. Mi padre un hombre íntegro y reconocido empresario. Mi madre una distinguida y hermosa mujer, llena de encantos y virtudes.

Mis padres mantuvieron un matrimonio sólido, lleno de amor y compresión. En mi vida todo era felicidad hasta esa noche del 20 de abril, donde en un accidente múltiple mi madre perdió la vida. Fueron momentos muy duros, a la edad de 8 años mi mundo se vino abajo, mi padre cayó en depresión, había descuidado la empresa, comenzó a tomar, no dormía, en la calma de la noche podía escuchar su llanto, y eso me destrozaba más. Mi padre que había sido tan fuerte, él era mi referencia de fortaleza, ahora verlo así destruido era algo que no podía soportar.

Con el transcurrir de los años todo fue cambiando. Mi padre volvió a sonreír y reforzamos la unión padre e hija, sabíamos que unidos podríamos superar cualquier cosa.

Así fueron pasando los años, como cualquier adolescente normal. A mis 17 años empecé un noviazgo con Carlos, un joven muy apuesto de nuestro mismo círculo social, pero por razones desconocidas para mi, a mi padre no le agradaba Carlos, nunca dijo motivos ,solo me dió a entender que no aprobaba nuestro noviazgo, aunque no interferiria con nuestra relación. Eso me tenia desconcertada, no entendía nada, si Carlos era un joven estudiado, de buena familia, decente, ...encantador. Un bombonazo!

En la empresa cada año se hacía un concurso, donde los jóvenes recién graduados se le ofrecía una oportunidad excelente de trabajo. Por una medición exhaustiva curricular. Dentro de los jóvenes que resultaron ganadores estaba Max, era un joven alto de ojos negros intenso, de un encanto sutil, su porte varonil, le daba un toque de soberbia y arrogancia, un joven muy capacitado, seguro de si mismo, y ambicioso. Eso hizo que fuera ascendiendo en su área y que mi padre notara sus cualidades laborales.

Al poco tiempo desató una cacería hacia mi y yo no pude resistirme ante sus mortales encantos y caí rendida. Terminé la relación con Carlos y al cabo de 2 años nos casamos. Está de más decir que mi padre estaba encantado, Max se había ganado el cariño de mi padre y se convirtió en su mano derecha, que mejor que él para ser el esposo de su querida hija.

Aunque creí amar a Carlos, lo que Max llegó a despertar en mi fue algo indescriptible, era un gran seductor, poseedor de un cuerpo atlético, un pelo negro ondulado, unos ojos tan negro y mirada profunda que sentía me desnudaba en cada vez que posaba sus ojos sobre mi. Su solo presencia era una bálsamo de excitación para mis sentidos. Ese hombre tenía algo que hacía que todas mis barreras se desplomaran a sus pies, y él era consciente de los estragos que causaba en mi.  Yo que siempre fui una chica de gran dominio, con un carácter bien definido, independiente, muy segura de si misma y ese hombre con solo una mirada hacia que se me olvidara hasta mi propio nombre.

Recuerdo nuestro primer beso, estaba en la oficina de mi padre y él entró de repente, se acercó peligrosamente, me puse tan nerviosa que los documentos sostenia en mis  manos cayeron al suelo por el temblor de las mismas, lo sé,  era una tonta. Él pudo notar el estado de inestibilidad que me encontraba, me ruboricé cuando agarró mis manos cuando estaba por agacharme a recoger los documentos.

—Tranquila princesita yo te ayudo—
Diciendo eso se agachó a recoger los documentos.
Me dió coraje al escucharlo llamarme " princesita" como si se tratara de una muñeca de huele caprichosa. Él notó mi enfado y al levantarse de tomar los documentos que yo torpemente había tirado, me miró con aquella jodida mirada que hacía me sintiera desnuda ante él y con una sonrisa tan sexy de medio lado me  dijo — no te moleste muñeca preciosa, solo quería ver esa carita enojada, te han dicho que te ves tan sexy y tierna cuando pones esa carita. —
¿Joder que acababade decir?  ¿Me ves sexy? Todavía estaba paralizada como una tonta en mi debate mental, cuando sentí sus manos en mi cintura atrayendome hacia él. Era algo que no esperaba, pero que tantas veces imaginé.
Sentir la cercanía de su pecho, ese olor a madera fresca que desprendía su fragancia tan varonil. Sus labios se acercaron a los míos y pude percibir ese delicioso olor a menta, sentí que el tiempo se detuvo cuando sus labios rozaron los mios y se fundieron un beso al inicio suave y tierno, pero que se fue intensificando cada vez más, nuestras lenguas se enredaba en unos besos llenos de pasión y lujuria, tuvimos que despegarnos por falta de oxígeno, nuestro cuerpos estaban agitados y nuestras miradas se perdían en la llama de la pasión. Desde ese momento supe que mi destino estaba sellado, y no era al lado de Carlos.

La Revancha (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora