Capítulo VI: Sed De Sangre

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<Max>

El día en la oficina ha transcurrido con total normalidad, solo tuve que ajustar unos cuantos detallistos sobre las acciones de la empresa que les pertenecían a Lucia, las cuales la muy estúpida me cedió su traspaso sin tan siquiera imaginar lo que estaba firmando.

Mujeres, son las criaturas más tontas cuando están enamoradas. No puedo evitar sonreír deliberadamente por la satisfacción del logro obtenido.

Ya mí venganza está consumada, solo basta esperar que la muerte termine de hacer su trabajo y se lleve de una vez y por toda a la fastidiosa Lucía.

Sigo revisando los documentos asegurándome todo esté en orden cuando el timbre del teléfono de la oficina interrumpe mi concentración, presiono el botón de speak e inmediatamente suena la voz de mi sensual secretaria Angela.

—Señor Maximiliano tiene una llamada del hospital donde está interna su esposa —Me quedo pensativo por unos instantes...—¿se habrá muerto ya la maldita?—-no puedo evitar que una leve sonrisa maquiavelica adorne mi rostro.
—Pásamela Angela — digo simulando un poco la alegría que siento al pensar en la noticia de su muerte, mi plan era matarla ese día que rodó por las escaleras, pero la desgraciada tiene más vida que un gato.

El teléfono vuelve a timbrar y me apresuro ansioso a responder:
—Buenas tardes
-—Buenas tardes señor Maximiliano Miller, le habla el Dr. Thompson —si, ya sé quién es, ¿Pasó algo con mi esposa?—Digo simulando tristeza y sobresalto —No me digas que se murió por favor doctor-—termino de decir pero ahora con un tono de más conmoción.
—No señor Miller, al contrario le tengo buenas noticias, su esposa está teniendo mejoría notable, está reaccionando a algunos estímulos, aun no recobra la consciencia en sí, pero todo indica que en cualquier momento podría despertar, la señora Altamirano es una mujer muy fuerte, está luchando por sobrevivir.-—Me quedo perplejo al escuchar esa noticia, toda la emoción que sentí hace unos minutos desaparece. Como es posible que luego de como la dejé pueda volver a la vida...tendré que terminar mi trabajo, ahora seré más sutil , deseará haberse muerto de esta, tendrá una muerte muy dolorosa.- digo a mis adentro conteniendo una oleada de furia.

-—Me alegra escuchar eso Dr. Thompson, he esperado tantos meses por esta noticia... gracias por avisarme, en unos momentos estaré por allá.—-Digo con una alegria fingida y termino la llamada.

—¡Demonio!— con furia tiro al piso de un golpe el teléfono y todos los documentos que hay en el escritorio. Maldita Lucía ya pronto se te acabará la suerte.
Voy dando pasos en círculos en la oficina mientras mi mente maquina un plan bien macabro para darle la bienvenida a Lucía a su nueva vida. El timbre de mi celular interrumpe mis pensamientos, lo saco de mi chaqueta y miro la pantalla, es el imbécil Tony.

-—¿Qué pasa Tony?—digo en un tono mal humorado.
-—Señor se ha presentado un inconveniente en la bodega 3, tiene que venir.

-—¡Maldición son unos incompetentes! ahora mismo salgo para allá —digo en un tono colérico.

Cuelgo la llamada, el maldito día no está siendo muy bueno y presiento va a empeorar. Guardo el teléfono en mi bolsillo otra vez, tomo las llaves del coche y tiro de una patada una de las lámparas que adornan la oficina, los pedazos de vidrios vuelan y se esparcen por todo el piso. Eso hace que me relaje un poco, salgo a toda velocidad tirando la puerta detrás de mí, chocando de frente con Angela que corría con dirección a mi oficina a lo mejor al escuchar el último estruendo.

—Disculpe señor escuché un ruido fuerte y creí necesitaría algo — dice un poco apenada mientras la sostengo contra mi pecho por el impacto del choque. La aparto con un poco de brusquedad echándola a un lado —no necesito nada —digo y sigo mi trayecto a toda prisa.

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2019 ⏰

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