Capitulo 2

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-Llega tarde a detención- dijo el profesor de siempre.

-Me parece que no soy la única- digo después de echar un vistazo al aula y darme cuenta que el único que estaba era Iago.

- ¿Quiere que le aumente los días de detención, señorita? - preguntó amenazante.

- Es consciente que Doomi no lo va a permitir, ¿no? - digo apoyando ambas manos en su escritorio y acercándome a su fea cara.

-Siéntese, no me haga perder el tiempo. – dice recostándose por su asiento y levantando el periódico haciendo que este tape su cara.


Cuando me dirijo a mi lugar predeterminado en todas las clases, o sea, el fondo, paso por al lado de Iago y levanto mi puño para que lo choque. Él mira mi mano con desconcierto, lentamente y medio temblando choca mi puño. Después de eso le guiño un ojo y me voy a mi asiento. Una vez que me siento pongo mi mochila arriba de la mesa saco de ella un libro y mi celular, abro el libro y lo recuesto por mi mochila para que parezca que leo mientras ocupo mi celular y evitar que me saquen por una semana completa.


Al rato llegan Miss Simpatía y Mr. Perfección, ellos entran como si nada y el profesor no les dice nada. Pero no digo nada y sigo jugando con mi celular. Ellos se sientan juntos en el medio del salón e ignoran a Iago.


Al cabo de diez minutos más el profesor se levanta y se dirige a la puerta.


-No se muevan de acá o ya verán- dijo antes de irse. Sale del aula y cierra la puerta.


Me levanto y me dirijo a la puerta.


-Vamos- digo.

- ¿A dónde? – me pregunta Afrodita, me doy vuelta y le digo:

-No pensabas quedarte acá toda la hora, ¿o sí? – digo levantando una ceja.

-Emm ¿sí?, por eso se llama detención, porque tuviste un comportamiento inadecuado y por ello estas castigado. Dah- dice como si yo tuviese algún tipo de retraso mental y no comprendiese la palabra "Detención".

-Ay por favor, ¿nunca estuviste en detención? El profesor no va a volver hasta cinco minutos antes de que termine la hora y yo no pienso quedarme aquí lo que resta de las dos horas reglamentarias.

-Es mi primera vez en detención, no soy como vos que las horas de detención forman parte de su horario cotidiano por querer llamar la atención siendo una "niña mala"- dice haciendo comillas con los dedos al decir las dos últimas palabras y parándose para hacerme frente.

- ¡Al fin es tu primera vez en algo! - digo con cizaña y acercándome hacia donde ella estaba dejándonos a unos pocos metros de distancia - Y no te incumbe lo que hago o dejo de hacer, perra.


Afrodita se lanza hacia mí para pelear, yo me voy para atrás para evitar que me toque y corro la mesa que estaba atrás mío golpeando la espalda de Iago, como Ciro es más rápido logra detener las intenciones de Afrodita de dejarme calva.


-Es suficiente, ella tiene razón, ¿Qué vamos a hacer acá por dos horas más que aburrirnos? - le dice a la loca de Afrodita. Ella se cruza de brazos y nos da la espalda a ambos – Vamos, ¿sí?


Ella se da vuelta y lo mira enojada. Se quedan un rato así hasta que ella se rinde y acepta la propuesta.


- ¿A dónde iremos? - pregunta Ciro con un deje de entusiasmo en su voz.

- Ya verán- les digo haciéndome la misteriosa, me dirijo nuevamente a la puerta, pero al pasar por al lado de Iago le miro, le extiendo mi mano y le pregunto: - ¿Vienes? - él me mira dubitativo, pero después asiente y toma mi mano, le ayudo a pararse y nos dirigimos a la puerta, pero esta vez los cuatro. – No lleven sus cosas, será más difícil no llamar la atención y no queremos eso.


Abro la puerta y miro primero a la izquierda luego a la derecha.


-No hay moros en la costa- digo y salgo sigilosamente. Cuando estoy en el cruce de pasillos me fijo detenidamente que no haya nadie dando vueltas, miro para atrás y les hago una seña para que vengan conmigo. Avanzamos un poco más y de la nada aparece un profesor, rápidamente nos ponemos a hablar para disimular, yo con Ciro que es el que iba atrás mío y Afrodita e Iago entre ellos. Por suerte el profesor va lo suficientemente distraído con su celular para notar que no tendríamos que estar ahí. Cuando desaparece de nuestras vistas seguimos nuestro camino.


Cuando ya llevamos un rato caminando la odiosa que no puede ser paciente pregunta:


- ¿Falta mucho? Ya me estoy cansando de tanto suspenso, ¿A dónde nos dirigimos?

-Shhh- le callo.

- ¡A mí no...! -comienza a gritar, pero antes de que termine la oración Iago le tapa la boca.

-Shhh- le dice y mirándome a mi dice- yo también lo oí.

-Creo que yo también- dice Ciro. Lentamente Iago le suelta a Afrodita.

- ¿Soy la única que no escucha?

- ¡Corran! - grito/susurro.


Salgo disparada, diviso el cuarto donde el portero guarda sus elementos de limpieza e intento abrirlo, cuando la puerta sede y se abre entro sin dudarlo y me sigue Ciro, Afrodita y por ultimo Iago que cerró la puerta al entrar. Parecíamos sardinas enlatadas de tan apretados que estábamos, apenas si había espacio para una persona y el olor a lavandina mezclada con distintos tipos de desodorante quemaban mis fosas nasales. Nota mental: no volver a entrar a este inmundo lugar si quiero salir virgen y con vida.


Nuestras fuertes respiraciones eran lo único que se escuchaba, segundos después de afuera se escuchó unos pasos y alguien que decía en voz relativamente alta "¿Dónde estarán esos mocosos?". De tanto que me picaba la nariz estornudé, pero no de esos que lo escucha tu vecina que vive a cuatro cuadras de tu casa, sino que fue como los estornudos de los gatitos, Ciro automáticamente me tapo la boca, eso causó que los pasos cesaran, retornaran y quedara cerca de la puerta. Se escuchó que intentaba abrir la puerta. Pero por una extraña razón murmuró: "No debí tomar esa pastilla, ahora escucho ruidos donde no los hay" y se alejó de la puerta sin más. Siguió su camino y al rato ya no se escucharon pasos causado que todos volviéramos a respirar ya que por el miedo a ser descubiertos habíamos aguantado la respiración. Esperamos un rato más para estar totalmente seguros de que no había nadie o que volviese por ese pasillo quien sea que estaba ahí afuera.


Una vez que salimos y pudimos respirar aire no tan contaminado. Y seguimos nuestro camino, subimos al segundo piso del edificio en el que estábamos, tomamos el pasillo principal a la izquierda, caminamos hasta el final de este, doblamos a la derecha y frené delante de una puerta, la abrí e ingresé.


-Bienvenidos a la azotea- dije entusiasmada, con los brazos extendidos a mis costados y con las palmas apuntando hacia el cielo.

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2019 ⏰

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