Gabriel es cursiva.
Renato es cursiva negrita.
Andrés es subrayado.
Minerva es cursiva subrayado............................................................
Cuando Renato despertó sintió una incomodidad general. Era una cama desconocida, llevaba la misma ropa que ayer, se sentía sucio y mareado, y un calor inusual lo envolvía por todas partes, sobretodo en su espalda y vientre.
Lentamente abrió los ojos y esperó unos segundos para que su vista se acomodara. Los recuerdos de la noche anterior empezaron a caer uno tras otro, y al levantar la frazada y observar hacia abajo en su cuerpo, todos los cabos sueltos le cerraron.
Tenía resaca, estaba en la cama de Gabriel, y éste lo abrazaba de atrás, su mano apoyada sobre su vientre transmitiéndole calor como si fuera una estufa humana. El menor sintió un cosquilleo en sus piernas y pecho, siempre imaginó que despertar abrazado al rizado sería una de las experiencias más exquisitas, jamás creyó que sentiría tantas emociones al sentirlo al otro tan cerca, tan íntimo.
Giró sobre su cuerpo, extremadamente cuidadoso de no moverse muy bruscamente y despertar a Gabriel. La mano del mayor seguía abrazándolo, ahora reposaba sobre la curva de su trasero. El rostro de Renato quedó frente al de Gabriel, si bien no estaba pegado a él podía sentir su aliento caliente chocar contra su mandíbula.
El menor juntó sus dos manos y las apoyó debajo de su mejilla, entre su rostro y la almohada. Respiró hondo y exhaló muy suavemente. Sus ojos bailaron por cada rasgo del mayor, desde sus rulos largos y despeinados desparramados sobre la almohada, hasta sus pestañas reposando sobre sus pómulos. Observó detenidamente la piel que rodeaba su boca, una pequeña barba había comenzado a crecer, seguro no se afeitaba hacía un par de días. Su mejilla resaltaba al ser aplastada por la almohada, provocando que su boca quedara un poco entreabierta. Sus labios estaban rojos e hinchados por todos los besos que le había dado ayer el menor, sonrió levemente ante el recuerdo, y luego sonrió más grande al escuchar los pequeños ronquidos que el mayor largaba.
No podía creer lo hermoso que era, lo bien que le hacía estar con él.
En parte le asustaba, luego de haberlo conocido en persona aquel lejano viernes en el recital, no bastaron ni un par de días para entender que estaba enamorado de aquel chico que solía ser solo un par de palabras en una pantalla. Solo verlo reír con su nariz arrugada y sus ojos achinados fue suficiente para darse cuenta lo mucho que le provocaba.
Cada minuto que pasaba con él eran horas y horas de felicidad, de calor interno, de pertenencia.
Renato pedía con todo su corazón que Gabriel no fuera como los demás, que no lo lastimara, que no lo desechara como tantos otros habían hecho con él. Entendía que él no era un chico fácil con quien estar, que sus inseguridades y su necesidad de sentirse constantemente querido a veces agobiaban. Pero tal vez Gabriel llegaba a romper con eso, tal vez Gabriel veía más allá de todo eso que podía molestar e incomodar.
¡Por favor! Ojalá no arruinarlo, ojalá no convertirse en ese chico tonto, triste e insoportable del que todos se alejaban, eso era lo que Renato pedía todas las noches cuando recibía un mensaje de buenas noches de Gabriel.
Él ya se había ilusionado, en su cabeza su pareja con Gabriel duraba años, eternos viajes, eternos besos, eternos abrazos y caricias. Odiaba ser así, porque él se ilusionaba fácil, y después cuando la realidad pegaba, el dolor era mil veces más fuerte.
En su cabeza Gabriel estaba igual de enamorado que él, pero en el mundo real tal vez no era así.
Una sensación de suciedad e incomodidad invadió al joven, éste respiró hondo una vez más y se levantó silenciosamente de la cama. Miró a Gabriel una última vez antes de dirigirse al baño.
ESTÁS LEYENDO
Por Un Desliz
Fiksi PenggemarPor error, Gabriel envió un mensaje al número equivocado, pero fue el mejor error que podría haber cometido en su vida.