Mis Trece Vidas

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Marí, yo soy tu ángel de la muerte, destinado a mostrarte el camino de los muertos, puesto que para ellos no hay lugar donde residen los vivos.

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Esas palabras, a pesar de la seriedad del momento, sonaron tan profesionales y seguras que parecen haber sido memorizadas durante mucho tiempo, así que decido preguntar para corroborarlo.

— ¿Qué tanto tiempo necesitaste para aprenderte eso?
— ¿Eh? ¿Qué?
— Todo el discurso que me acabas de decir, parece como si hubieras durado años prendiendolo, como si hubieses estado contando los días...

Entonces me doy cuenta. Literalmente estuvo contando los días. Y si no, ¿de dónde sacaría tanta seguridad para decirlo? No tiene en lo absoluto el porte de ser una especie de «ser perfecto del más allá», y lo puedo corroborar por cómo abre los ojos y mira hacia otro lado al darse cuenta de que lo sé. Al cabo de unos instantes, voltea a verme, esta vez más relajado e inexpresivo; no puedo leer que tipo de expresión es la que tiene en su rostro. Entonces, en el tono más seguro que percibo puede tener ahora, me dice:

— ¿Haz escuchado la teoría de las trece vidas?
— ¿Las qué?
— Las trece vidas. Cada alma, tienes trece vidas físicas; cuando mueres reencarna tu esencia, y mueres y reencarnas y así sucesivamente, hasta que mueres por treceava vez, tu alma desaparece de este mundo.

Sinceramente, estoy atónita. Nunca pensé que a lo que llamamos vida fuese más complejo de lo que imaginamos nosotros los humanos. Sintiendo un vestigio de temor e intriga, me atrevo a preguntar:

— Y entonces... ¿Sólo eso? ¿Mueres por treceava vez y ahí se acaba todo?

Mi ángel me da una sonrisa un poco sarcástica, y aunque por un momento creo que no me dirá nada, prosigue. — No, después de eso puedes ir al cielo, al infierno, o simplemente quedarte aquí, en el limbo, esperando a que muera la persona a quien guiarás, tan cuál como es mi caso.

La última frase la dice con cierto orgullo, como si estuviera feliz de haberme esperado hasta la muerte. No aguanto la curiosidad y sigo preguntándole:

— ¿Oye y hay alguna manera de saber por cuál vida voy?- En el momento en que acabo la pregunta, su sonrisa desaparece, como si esa fuese una información que no quisiera revelar.

Y por alguna razón que desconozco, mi cerebro -o al menos mis pensamientos- razonan en lo que significa que este chico, este ángel de la muerte que me ha estado cuidando a su manera, parezca tan perfectamente imperfecto. Él también fue humano. Me planteo preguntarle su nombre, pero antes de que abra la boca, el empieza a hablar.

— ¿Cuál es tu fecha de nacimiento?
— El veintidós de noviembre de 2002, ¿por qué?
— Suma los dígitos de tu fecha de nacimiento, omitiendo los ceros; naciste el veintidós del mes once, en dos mil dos, ¿cuánto da la suma?
— Cuarentena y nueve -respondo un poco confundida. ¿Que tiene que ver esto con tener trece vidas y saber por cuál voy?
— Exactamente, ahora, toma el cuatro y el nueve, y sumalos. Si da mayor que trece, vuelve a sumar ambos dígitos resultantes; pero si da menor que trece... Es la cantidad de vidas que ya llevas. Entonces –me pregunta él, un poco divertido–, ¿cuántas llevas?
- Trece –respondo, y quedo sin nada más que decir.

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Debo aclarar que la teoría de las trece vidas no es mía, sino que la saqué de Instagram, aquí está la teoría "original".

Debo aclarar que la teoría de las trece vidas no es mía, sino que la saqué de Instagram, aquí está la teoría "original"

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Comenten(el que lea esta wea(?) en que vida van, quizá tengan más historia y años de existencia que Chabelo (?

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