ᴅᴀʏ ᴛʜʀᴇᴇ

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Strawberry.

Clap, clap, clap.

El sonido de la batidora chocando contra el boul era constante. Mostraba una gran concentración aquel que la usaba; la forma en la que los huevos subían demostraba que no era la primera vez que lo hacía. Y no sería mentira. El mismo día de cada año lo repetía como una tradición: levantarse a las 4 am, preparar la masa, luego la crema y al final hornear todo eso con frutillas que él mismo cultivó. Siempre en el cumpleaños de Kirishima.

Sonrió un poco al ver la fotografía de su esposo sonriendo en la estantería. Era como si estuviera a su lado molestándolo para probar un poco, meter sus dedos en la mezcla del merengue o robarle alguna frutilla, tonterías que se convertían en peleas para solo volver a contentarse al rato. Simplemente no podía enojarse con él.

Volvió a su labor. Su mano giraba de forma experta la masa, tan rápido y tan bien que ni una batidora eléctrica podría hacerlo mejor. Jamás le gustó utilizarlas. Tampoco ahora que su muñeca estaba mal, cubierta por varias cicatrices de las cirugías que ha tenido que hacerse para recuperar la movilidad. Porque sí, que se ha roto esos tendones. Es imprudente, pero no puede evitarlo, cada vez que lo ve en peligro su cuerpo se mueve antes que su mente.

Suspira algo cansado y seca el sudor de su frente con el dorso de su brazo. A pesar de que ya está "sano", aún así le duele, por lo que se ve obligado a detenerse. Pero está bien. Aún es temprano, aún ni los pájaros se levantan.

Decide tomar su celular y abrir su galería de fotos privadas, donde hay un montón de fotos de ellos juntos. Tantos recuerdos: la vez que fueron de montañismo, cuando fueron a Disney, su primera cita, la primera vez que se dieron un beso -cortesía de Ashido-. También hay fotos suyas durmiendo, de Kirishima durmiendo, fotos de ellos dos juntos. Hay tantos recuerdos qué, si se detiene a verlos, terminará el día antes de que empiece decorar.

Guarda el celular para volver a lavarse las manos. Ya son las cinco y debe preparar la masa. Comienza con la harina, siguen los huevos y el agua, y así comienza a mezclar con sus manos sobre la mesa. Le duele, pero lo ignora. Simplemente piensa en la tonta y cursi sonrisa que le dará y el dolor pasa a segundo plano. Solo quiere verlo sonreír.

Seis. El bizcocho está en el horno. Comienzan a llegarle mensajes que ignora, que no le importan porque está ocupado. Solo necesita terminar eso. Necesita tenerlo listo antes de las 8.

Siete. Comienza a cortar el bizcocho en un perfecto circulo, lo rellena con crema y fresas, tan elegante como uno de pastelería. Irónicamente, puede hacer muchos mejores, pero a Kirishima le gusta ese. Quizás porque fue el primer pastel que le hizo, justo a los 17, en su primer cumpleaños juntos.

Siete y media. Por fin terminó. Está satisfecho con su trabajo. Lo lleva a la mesa, vuelve a la cocina por dos tazas de café, dos platos, dos tenedores y acomoda dos sillas. Por último, lleva el porta retratos que tenía encima, poniéndolo frente a él. Así, tomó asiento en la otra silla, cortando dos trozos, sirviendo primero el del frente.

ーFeliz cumpleaños Eijirō ー

Besó su propio anillo antes de probar un bocado. Eso simplemente no sería lo mismo desde que se lo habían arrebatado. Jamás...

Lovers 『KiriBakuShima Week2019』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora