Sumergida en el amor

Capítulo 13

La señorita Pony miró hacia donde se encontraban Candy y Neal abrazados y al ver la escena dijo, -Nadie sabe realmente que se encontrará a la vuelta de la esquina, el destino siempre nos trae sorpresas inesperadas.-

-¿Señorita Ponny está usted hablando sola?.- Le preguntó la hermana María al ver que no había nadie alrededor - No hermana María solo pensaba en voz alta,- así que ella misma volteó a ver a Candy y Neal y las dos sonrieron satisfechas.

-En nombre sea de Dios y que nuestra niña encuentre la felicidad, es lo que más deseo, ya tendremos tiempo de hablar con ella.-

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-Neal, estoy segura que tus padres no aceptarán una relación entre nosotros y debemos hablar con mis madres también, no sé cómo reaccionarán.-

-Todos tendrán que estar de acuerdo con lo nuestro Candy, nadie ni nada va a impedir que estemos juntos, después de tanto tiempo y de tantas cosas, por fin me aceptaste y no voy a permitir que haya oposición de ninguna indole,- diciendo esto la levantó y le dio varias vueltas en el aire, los dos reían felices.

-Y tienes razón, necesito hablar con ellas para que sepan que lo nuestro va en serio, no quisiera esperar mucho tiempo para casarnos, ¿estarías de acuerdo preciosa?.-

-¿Pero estas seguro Neal?, no nos apresuremos, primero tienes que comentar esto con tus padres, con la tía abuela, con Albert, yo...-

-Candy, Candy, ya no sigas, mi familia nada, sabes que mamá y Eliza se van a oponer, papá seguramente nos apoyará y la tía, pues no sé que pueda decir pero no me importa, ya le escribí al tío William comunicándole mis intenciones contigo y dijo que si tu llegaras a aceptarme y sea cual sea tu decisión él no se opondrá, ya ha dado su consentimiento.- Neil la veía abrir los ojos desmesuradamente.

-¿Le dijiste a Albert? ¿No sé molestó?.-

-Él ya lo sabía corazón, creo que todos lo sabían,- el chico sonreía al decir aquello.

Pasaron toda la tarde juntos, Neal ya había convivido con los niños, en los días que Candy estuvo enferma y se había encariñado con algunos, en todas las visitas había jugado con ellos y había llevado algunas cosas al hogar, aquellos niños eran tan felices con tan pocas cosas, ahora podía entender ese espíritu alegre que siempre había mantenido la rubia y que lo había impactado desde el instante en que la vio por primera vez.

-¡Candy, hija es hora de cenar!,- la hermana María los llamaba al comedor.

-Ya vamos hermana María, -diciendo esto emprendió la marcha pero Neil no se movió ni un ápice, ella lo observó extrañada.

-¿Sucede algo Neal?,- lo vio llevar una de sus manos al bolsillo de su pantalón y sacar una pequeña caja.

-Si Candy...-en ese momento él se hincó en una rodilla y le mostró el contenido de esa caja, un hermoso anillo, sencillo pero con detalles delicados, no tenía ninguna piedra preciosa, pero es una pieza de oro hermosamente trabajada.-

-Este anillo es el símbolo de mi amor por ti, gracias por aceptar ser mi esposa.-

-¡Neal!.- la chica se llevó las manos a la boca totalmente sorprendida, abría los ojos asombrada.- ¡Pero es hermoso!...- así que él no esperó más, tomó su mano y se lo colocó en su dedo anular.

-¡Es una belleza, me encanta!,- así que él se incorporó y ella lo estrechó en sus brazos.

-Bueno señorita White, ahora estamos comprometidos y en unos meses más, usted será la señora Leagan.- al decir esto besaba sus manos con ternura.

-Pero es muy pronto para casarnos, la gente te va a señalar, no quiero que la gente hable de ti, aún no ha pasado ni un año de lo que provoqué en la iglesia...ese día...- ella bajaba la cabeza avergonzada.