❪ 六 ❫ Comer naranjas no debería verse sexual

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Advertencia por lime.

Gakushuu está seguro de que su novio es un sádico.

De que disfruta verlo contenerse mientras come de manera obscena un trozo de naranja que hace unos minutos se habían dedicado ambos a pelar, junto con fresas y arándanos.

Karma lo mira mientras con su índice y pulgar presiona la suave masa, la lleva a su boca, solo la punta, y lame. Luego muerde, un poco de jugo es disparado y cae por su mentón, mientras aprovecha y mastica de una vez con parsimonia.

Se estira en el sillón en el que ambos están y suelta un suspiro, agregando una sonrisa pícara. La camiseta negra que lleva deja ver un trozo de su abdomen y Gakushuu no desperdicia la oportunidad de perderse en el camino que empieza con la sombra de su pelvis hasta el ombligo.

El pelirrojo se tira hacia atrás aún más, logrando por la posición que el jean ajustado que lleva puesto marque sus muslos y entrepierna.

Gakushuu aprieta un puño y con furia come un trozo de naranja, encogiéndose un poco sobre sí mismo. Intenta buscar el control de la televisión a su alrededor y lo encuentra, debajo del trasero de su pareja. Mirando, analiza cómo capturarlo, mientras Karma suspira y se remueve, indicándole que le pone que lo esté mirando, incluso si no es de la forma en la que piensa.

El plato de trozos de fruta y nata encima del espaldar del amplio sillón cae, desperdigándose en el cuerpo de Gakushuu y cayendo algunos al suelo. El mayor contiene un jadeo y observa con el entrecejo fruncido al responsable del desastre. Karma lo mira inocente, como si su pie travieso no fuera el causante del pegajoso aspecto del pelinaranja.

Se sienta sobre sus rodillas, inclinando el torso en dirección al mayor. Acerca su cabeza al cuello contrario y besa casto una clavícula, para a continuación recorrer con la punta de su nariz el camino invisible desde ese punto hasta el lóbulo derecho de Gakushuu.

Suspira, sacándole a chispazos una tentadora piel de gallina al pelinaranja, posa su mano derecha en el muslo izquierdo del contrario y habla, con voz ronca y baja:

—Voy a joderte, Asano-kun.

Gakushuu abre con fuerza sus ojos por cómo dice eso.

Con ese calor corporal tan atrayente encima de él y una mano fuerte aprisionando su muslo, con alentadores suspiros y aliento a naranjas. Solo sabe asentir quedamente, mientras mete una mano en la camisa holgada del menor, y agarrándolo por la espalda, lo acerca para besarlo.

Karma lo hace con movimientos lentos, casi desesperantes. Todavía a gatas en el sillón se acerca a su abdomen, Gakushuu contiene la respiración mientras lo ve agarrar entre los dientes un trozo de fresa con nata que se hallaba peligrosamente cerca de su pelvis, hasta llevarlo a su boca y alimentarlo con la deliciosa fruta.

Sus labios pegajosos por la nata son limpiados por el húmedo músculo de Karma, que empuja con fuerza la masa y lo obliga a masticar. Se separa otra vez y busca otro trozo.

Lo encuentra en el hueco que hacen su piernas cruzadas, lo obtiene con la mano y recoge de paso un poco de la crema que sí había caído encima de su miembro. Mastica la fruta y al acabar lame la tela que cubre el disimulado bulto.

Gakushuu solo atina a mirarlo. Comienza a pensar en cosas estúpidas para distraerse, como que se llevará un regaño si su mayordomo viera el sillón manchado, el costo en la lavandería por su ropa y el hecho de que si Karma sigue acabará, oficialmente, desvirgado.

Maldición, Gakushuu, no pienses en eso. No, no, no.

No sin antes maldecir en un susurro, el pelinaranja toma del codo a Karma y lo obliga a acostar el cuerpo sobre el suyo, con los muslos aprisionando la cadera contraria y ambos pechos sintiendo los jadeos del otro.

Akabane sonríe y lo besa, sin el innecesario preámbulo anterior, haciendo danzar ambas lenguas al son de los toques y escalofríos, con los cuerpos y mentes calientes y un vaso con jugo frío de guayaba encima de ellos.

Espera, ¿qué mierda?

—¡Ugh! —Karma cambia su semblante seductor a uno de total asco.

—Akabane... —Lo mira acusatoriamente por segunda vez— es tu culpa. Limpia el desastre —acusa Gakushuu.

—¡Pero si el cochino jugo ese es tuyo! ¿Quién te manda a ponerlo en ese lugar?

—¡No se hubiera caído si tú no te sacudieras tanto!

—¿Sacudirme? Sabes qué, verás lo que es sacudirse en verdad —Karma grita enfadado y agita su cajita de leche de fresa, que reposaba en el piso. Estando sellada, pone el popote y sin piedad lo vierte encima de Gakushuu.

Ya se arrepentiría luego. Ahora, el olor de la guayaba que tanto odia en su cuerpo y solo soporta por ser de la preferencia de Gakushuu habla por él.

El pelinaranja pasa con aparente calma una mano sobre sus ojos para poder ver de nuevo, y al hacerlo inspecciona su cuerpo cubierto de dos líquidos pegajosos, crema y fruta. Le dedica otra salvaje mirada a su impulsivo novio. No está enfadado en verdad, se enorgullece de su paciencia, mas cosas como esas no las permitiría otra vez y debía enseñarle una lección a Akabane.

Al final, el pelirrojo se deshizo de su calentura, no del modo en que quería pero tampoco le quedaron quejas al respecto. Solo un feo dolor en la cadera y un horrible olor a guayaba, nata, fresas, naranjas y demás en su cabello hasta después de tres lavadas.

Ah, y una linda ducha con su novio al acabar el asunto, siendo mimado exactamente como le gusta.


❝ Infusión de naranja y fresa ❞┊ASAKARUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora