❪ 七 ❫ Entre libros sobre faros y baladas al atardecer

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Los orbes ámbar se deslizaron con parsimonia sobre las páginas de la obra de Virginia Woolf que días atrás había encontrado de pura casualidad en la biblioteca.

Sentado en el corredor de la escuela y con la espalda apoyada en la pared que lo separa del salón que utilizaba el consejo estudiantil, Akabane Karma escuchaba con la atención de un crítico la suave balada de guitarra, que interpretada por un pelinaranja, lo inducía a un momento de paz como ninguna otra cosa. Incluso si ese era un dato que no admitiría en voz alta.

Jugueteaba con los bordes desgastados y amarillentos del ejemplar, el pie derecho se movía acorde a las notas que sonaban amortiguadas mientras cabeceaba y, a ratos, masajeaba sus sienes haciendo lo posible por seguir apreciando el talento del intérprete.

Llevado por los tintes románticos y acordes dispersos colocó el libro sobre el rostro, para descansar la vista maltratada por las incluso tenues luces.

La canción paró mas no pudo reparar en ello.

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Los viernes por las tardes y sábados son los días menos ocupados de Asano Gakushuu. Paradójicamente, lo tiene lleno de cosas a las que sí le presta atención.

Como dedicarle media hora a la composición con su guitarra, sin nadie molesto a su alrededor o sin Ren tomándose selfies en Snapchat y preguntándole por su opinión. Veinte minutos luego a investigar por internet sus obsesiones recientes.

Últimamente el k-pop.

¿Qué? Él también podía mantener un ojillo en la —muy obvia, ejem— relación entre Taetae y el galleto. O fangirlear cuando Suga dijo que no le importaba el género para gustar de alguien. O cuando Namjoon mira a Jin con esos ojillos...

Ay, pequeñas cosas que alegraban su corazón de fanboy.

Pero en fin. Borró el historial, cerró las pestañas, ocultó sus fics gays y se acomodó el uniforme. Tenía una reputación que mantener y un Karma que llamar al llegar a casa.

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La vida de Gakushuu, además, se guía por estrictos horarios que no le gusta particularmente mantener. ¿El que menos le desagrada? El sábado con Karma.

Veinticuatro horas de pura libertad para él. Para el pelirrojo resumidas en: partidas de Shogi y si estaba de muy buen humor Monopolio, películas biográficas de deportistas, documentales científicos, libros de críticas de arte, textos en otros idiomas, entre otras cosas —y cita de Akabane— «Muy aburridas y estresantes para su joven persona».

Pero estaba bien. Karma era el tsundere de la relación —no Gakushuu, por Dios, qué falacia—, ya le agradecería luego.

Pensando en la próxima «tortura medieval» y en su crush, el pelinaranja salió del salón. Con la guitarra dentro del estuche colgando en su espalda, papeles para revisar y estudiar el domingo en el brazo izquierdo, la laptpop en el derecho, y su celular para llamar al chofer —por supuesto.

Mas al salir casi a trompicones y encontrarse con Akabane —a.k.a el crush— recostado en la pared, probablemente escuchando minutos atrás el inicio de su nueva pieza, por poco quiere darse con la PC en la cabeza de la vergüenza.

Mordió el interior de su mejilla y avanzó cauteloso, tanteando terreno por si estaba dormido o solo fingía estarlo. Se acuclilló en frente, dejando los documentos con cuidado en el suelo y apoyando el portátil en su muslos, contra el pecho.

Se permitió contemplar un poco al chico, su cuello en realidad, no es como si ese librucho —que encima no le gustaba— le permitiese ver mejor el rostro contrario.

❝ Infusión de naranja y fresa ❞┊ASAKARUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora