capitulo II

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Pasó nuevamente sus manos,temblorosas por el dobladillo delantero de su falda gris sin apartar la vista ningún momento de la rubia, quien se mantenía completamente sería,también mirándole fijamente,en espera de cualquier cosa que fuese a decir la morocha.

Regina por su parte tenía sentimientos encontrados, todo lo que había visto le había dejado demasiado descolocada. Swan,su Swan tenía un hijo,un niño que aunque lo negará era el mismo reflejo de su madre y de aquel muchacho que le había cogido en brazos al salir de la oficina.

- ¿Y bien? - las manos de Emma instintivamente cogieron los papeles sobre el escritorio y los reacomodo en una esquina de manera que estos no entorpecieran su vista ni su movimiento. - si para quedarse callada a venido,creo que me está haciendo perder ni tiempo,señora Mills - cogió un poco de aire y negó. Se le quedó mirando unos segundos para luego pasar saliva,sentía las manos sudarle nuevamente. Diablos! Aquello era más difícil de lo que se había imaginado.

- Emma, yo... - la ceja de la rubia se arqueó en cuanto la morocha volvió a llamarle por su nombre. - necesito aclarar todo lo que sucedió aquella vez - soltó rápidamente tratando de que la blonda le entendiera.

- creo que "aquello" - soltó con desdén mientras desviaba su mirada hacía un lado y se levantaba de su silla para ir a la puerta. Durante los segundos que la rubia estuvo de pie,la morena pudo percatarse realmente de cuan hermosa seguía después de tantos años. Sabía que su rubia era sexy,maravillosa y que se diga lo candente que era en la cama pero aquellos pensamientos la llevaron hacia el único pensamiento que deseaba no tener. El hijo no nato y el padre de este. Emma cerró la puerta con broche para obtener mejor privacidad e luego volver hacia su lugar. Observó a Regina,esa mujer poderosa e imponente de la que años atrás se había enamorado, suspiró el verla perdida en sus pensamientos,sabía lo que pasaba. No le era extraño poder leer a través de los ojos de su ex mujer. Ella era como un libro abierto y podría jurar,que la morena estaba molesta. Claro,acababa de conocer a su hijo. Un hijo que claramente tenía un padre y que por obvias razones daba a entender que ella había rehecho su vida con alguien más pero,aquello no le daba motivos reales para estar así. Emma estaba segura que estaba celosa pero en cambio Regina no tenía porqué estarlo. Ella había sido la primera en huir en cuanto ocurrió aquel incidente que les quitó a su hijo aquella noche de tormenta. No podía reprocharle nada,ni exigirle una explicación cuando la que había corrido fuera del seno en cuanto algo se salió de control,había sido la morena y no ella. Negó, esa morocha ya no tenía nada que hacer ahí realmente pero,apesar de todo, la rubia aún le quería y doliera o no, ella siempre formaría parte de un pedazo de su vida. - aquél día en que perdimos a nuestro hijo,dejaste muy en claro que apesar de todo el amor que yo te tenía,no te había sido suficiente para quedarte conmigo - soltó un suspiro de cansancio. Hacía ya mucho tiempo que no pensaba en el accidente de coche. Estaba comenzando a avanzar,tenía una razón ahora mismo para salir adelante. Henry, su pequeño rayo de sol, y también estaba Neal, el muchacho, quién se había ofrecido a ser el padre de su hijo sin compromiso alguno.

Entonces, ¿Porqué carajos el destino era tan mierda con ella y volvía a cruzarle en el camino a Regina Mills? ¿Porqué se empeñaba tanto el maldito destino en hacerle daño?

- se lo que dije ese día Emma y lo siento muchísimo,es solo que estaba dolida - se quedó estática al escuchar las palabras que de su boca salían. La furia se apoderó de ella, ¿Estaba acaso la morena hablando de dolor? ¿Del mismo maldito dolor que ella sintió cuando se le fue arrebatado su "pedacito de cielo"? Golpeó entonces el cristal de la mesa haciendo a Regina dar un salto en su lugar.

- ¿Cómo te atreves? - podría haberle dicho cualquier otra cosa,se esperaba algún discurso frío de su parte pero jamás,se había esperado tal desfachatez de parte de Regina. ¡Ja! ¿Quién se estaba creyendo para hablar de dolor? - ¿Me estás hablando de dolor? ¿Tú crees que yo no sentí dolor? ¡¿Crees que en el momento en el que me anunciaron que había perdido a mi bebé no había sentido dolor?! ¡Déjame decirte,Regina Mills,que no puedes venir,después de siete años y decirme que te disculpe porque estabas dolida con la perdida de nuestro hijo y por eso habías salido huyendo! - negó, estaba roja de la rabia,de la frustración,del enojo. Sus nudillos se habían quedado blancos de tanta fuerza que ejercía en ellos para mantener su mano cerrada y no estrellarla contra la cara de esa mujer. - ¡Así que no me vengas con esas,porque no! ¡No voy a permitir que me hables de un sentimiento que yo también tuve y que claramente no te importo en ningún momento! - Regina se mantenía fija en su asiento. Estaba asustada, la rubia jamás, mientras estuvieron juntas ni mucho antes,le había hablado de esa forma. Una lágrima rodó por su mejilla izquierda, le había hecho mucho daño. Un daño colateral que causó con su huida. Un daño que quizá era irreparable. Había roto el corazón de su rubia y le dolía solo pensarlo, los ojos verde esmeralda que antes le profesaban amor,ahora estaban cargados de odio y rencor. ¿Como no iba a odiarla? Si fue ella quién la había dejado de lado en el instante en el que la tristeza las había embargado a ambas. Ese día no estaba pensando bien las cosas, no sabía cuan doloroso sería para Emma perder los seres que más amaba en un instante. Ahora,ahí estaban sus consecuencias, había querido venir a recuperar su amor y había tardado tanto tiempo. - ahora... Sal de mi oficina y no vuelvas Regina Mills - su corazón se detuvo en cuanto escuchó sus palabras, esa simple oración le estaba dando sobre entendimientos. Emma quería que ella se fuera,si,pero no solo de su oficina,si no también de su vida. En el instante en el que abrió su boca para decir algo,la rubia ya estaba de nuevo sentada en su silla, dándole la espalda. Entonces, lo escuchó, un pequeño sollozo escapó de los labios de su amada. No sé atrevió a pronunciar palabra alguna,ni mucho menos a moverse de su sitio. - ¿Porqué tuviste que volver Regina? ¿,Acaso no te había bastado con hacerme llorar aquel día? ¿Porque tenías que volver ahora que todo estaba mejorando?... Ahora que Henry estaba comenzando a sanar mi herida... - tembló en cuanto sus palabras llegaron a ella, cortadas por los pequeños sollozos de la rubia. ¿Se llamaba Henry,el pequeño moreno que había estado hacia no mucho en esa oficina, abrazándose a Emma? Su respiración se detuvo un segundo, el menor de 5 años, el hijo de la rubia...llevaba el nombre de su padre. Justo como habían planeado hacerlo antes de que accidente les arrebatará a su hijo. Dos lágrimas rodaron por sus mejillas, Emma había cumplido la promesa que le había hecho a su difunto padre. Llamarle Henry a su primer hijo. Emma había sostenido una promesa,una tras otra mientras ella... Ella no había sostenido siquiera la primera que le había hecho frente al altar.

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