¿Sabían que el deseo se huele en el aire?
Ese anhelo que nace de repente se expande por todo el cuerpo y se vuelve una necesidad que no podrá ser saciada hasta que se obtenga. Claro, esta no siempre logra saciarse ni llega al inicio de complacerse pero aquellos que tienen la dicha pueden sentirse afortunados por cumplir y calmar su deseo.
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Suaves, sonoros y estimulantes chasquidos se escuchaban en la habitación impregnada en su totalidad por la penumbra que de no ser por un pequeño rayo de sol del atardecer que se colaba por las oscuras y gruesas cortinas de la habitación esta se mantendría en la oscuridad. Una imagen muy intima se plasmaba sin temor en la habitación, permitiendo la salida del deseo y la pasión.
Ligeros y cortos gemidos provenientes de la garganta de la fémina que yacía recostada en la cama, inundaban la habitación. Sus ojos que se hallaban cerrados, disfrutaban la sensación que le proporcionaban los labios de su opuesto, el movimiento era intermitente entre besos y mordidas, no habían llegado a un nivel tan profundos como para usar la lengua ya que estaban disfrutando de lo que hacían como si de saborear un dulce se tratase.
Y vaya que los labios del hombre, porque lo que tenia sobre ella ya no era un niño, no. Ahora era todo un hombre, atractivo, con ese exquisito aroma a perfume que solo la inducia al placer y que añoraba quedarse allí con él para disfrutarlo siempre que quisiera, de manera natural liberaba ligeros gemidos para que él supiera lo que le ocasionaba en ella.
El probar sus labios eran como un dulce, uno que fácilmente podrían pasar a ser una droga de la cual nunca podría encontrar rehabilitación después de hacerse adicta a esta.
Con lentitud y dejando incompleto un beso, la fémina alejó al chico con suavidad, él hizo un gesto de molestia que se le hizo muy adorable, el puchero no le duró mucho puesto que ella al incorporarse en la cama lo animó acomodarse a su lado con un gesto de palmeo a la cama, este no dudó y se sentó a su lado esperando como el buen chico que era.
—Jimin—Nombró ella mientras lo miraba directamente a los ojos, este con el corazón palpitando con rapidez le respondió.
—Noona...—Ella sonrió y volvió a llamarlo mientras acariciaba la mejilla izquierda de él, este ronroneó por lo bajo mientras le miraba con una sonrisa traviesa.
El solo hecho de tenerlo allí surgía en ella el deseo de querer disponer de él a su antojo, cumpliendo diversas fantasías y anhelos oscuros que se le ocurrirían a medida que avanzaran en su juego.
Pero no podía permitirse ser así, él era pequeño, su pequeño, no podía hacerle esas cosas tan horribles que su sucia y retorcida mente inventaba, ella lo deseaba y no quería asustarlo, lo quería con ella y permitir que se alejara no estaba en sus planes.
—Bomsol Noona—Volvió a llamar el chico sacándola de sus pensamientos, esta lo miró sonriendo.
—Dime bebé—Respondió causando un cambio en la expresión del menor, podría ver como este se ponía nervioso y podría jurar que hasta sonrojado estaba.
Tan lindo
Pensó, mientras lo miraba atenta.
—Creo que ya es algo tarde y...—Titubeó, sentía que Bomsol se iba a enojar por cortar lo que estaban haciendo—Mis padres deben estar preocupados—Dijo lentamente mientras miraba la lucecita de su celular titilar que se haya en la mesita que tenía al lado, posiblemente eran los padre del chico tratando de comunicarse con él.
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Noona please, love me (P.J)
RomanceA los chicos le gustan las chicas, a las chicas le gustan los chicos, a los niños le gustan las chicas mayores y las mayores les gusta jugar con ellos porque son niños y jugar es divertido. ¿En conclusión? -Noona! ¿Cuando vas a quererme?