Para ser franco te voy a decir que te extraño. Mierda puta que te extraño. Y ya lo sabrás, de bruces en el regazo de un señor. Es decir, no te extraño una mierda, porque si supieras todos los cucuruchos que me comí solo en la heladería donde a vos te hubiera gustado pedir chocolate con almendras, sabrías que el helado también se come caliente. Y si supieras todas las horas que caminé para llegar a este rincón donde te estoy escribiendo (bah, me estoy escribiendo a mi...no a vos) sabrías que la luz se apaga cuando uno se levanta de la cama, a apagarla específicamente o revolea la zapatilla direccionada hacia la lamparita. Y ya no estoy gordo como cuando me abandonaste, patéticamente, por otro gordo. Entonces las cuentas no me dieron cuando me quise convencer que en algún lugar estarías siendo aplastada por una pena.
Y ya no ronco. O ronco pero no me entero porque nadie me despierta para que deje de hacerlo.¿Y te acordás el sobrecito de azúcar que me regalaste en el bar de la esquina de la plaza, con aquella frase tan romántica? Quiero que sepas que lo rompí y que ahora estoy tomando un té de tilo, dulce.
¿Qué decía esa frase? Ni me acuerdo porque nunca lo supe, porque nunca la leí. Para que gastar tiempo en leer algo que escribió alguien que no estaba sintiendo lo que sentíamos nosotros en ese momento. O lo que sentía yo, porque vos no sentías nada. Solo pedías la cuenta para que yo le pague al mozo y vos me regales un sobrecito que implícitamente había pagado también yo.
Digamos que la frase decía "te amare para toda la vida". Seguramente el que la escribió estaría embaucado por un cachivache como vos o tendría las manos pegoteadas de helado de chocolate con almendras de un cucurucho que hubieras pedido vos.
Ya casi me estoy yendo porque caminé por que quise y además porque no me acuerdo más de vos. Si me acordara de vos te llamaría para preguntarte como andás y como te trata la vida. Pero tampoco tengo teléfono ni me interesa tener. En frente de mi casa pusieron uno para uso publico pero a mi no me gusta que me escuchen lo que digo.
Yo venía para acá, por una carta para un concurso televisivo, y justo choque con un lápiz y este pedazo de hoja. Y me voy porque me pesa en el hombro izquierdo tu recuerdo tan taimado. Me voy caminando, si total me gusta caminar.
Sabés, antes de irme, te quería contar que una vez, que ya no me acordaba de vos, me acorde de vos. Mierda que los recuerdos vienen lanzados al vacío vertiginosamente y uno sin broquel se asesta a cualquier emoción.
Ese día estaba tomando un vermú solo o con amigos, lo mismo da, porque mis amigo son amigos míos y cuando quiero los llamo y vienen o no. Pero no es como vos que no te puedo llamar y que además no tengo teléfono y sobre todo si te llamaría, vos no vendrías. El vermú estaba sabrosísimo pero en un descuido me lo volqué todo encima y ahí fue que me acorde de vos. Me acorde porque nunca pasabas desapercibida. Siempre querías ser el centro de la atención al igual que el primer día que te vi y quede embobado. Que se yo si estabas saltando en una pata, o qué, pero no pude dejar de mirarte. Bueno eso no te lo iba a decir porque ya no tiene sentido alguno. Pero que insoportable resultaste. Mis amigos te odiaban, o te odian, dependiendo de cual de todos de ellos estemos hablando en particular. Tu voz estridente los sacaba de quicio. Si hasta no me dejaban verte.
Se me esta acabando el papel y habría que sacarle punta a este lápiz. Solo quería decirte que te extraño y que duermas bien.
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El amor es una cosa de locos
Romancees una serie de misivas amorosas, que lo hace sufriendo, extrañando, llorando, y sobre todo amando con él. Éste combina imágenes cotidianas y también fantásticas que llenan de ternura y dan ganas de abrazarlo fuerte. Con un lenguaje sencillo y dire...