Estaba recién levantado de la siesta, de otro día de olvidar cosas con música. Paradójicamente la música me trae recuerdos tuyos, y ayer y antes de ayer casualmente me vinieron en combinación de imágenes de helados de chocolate y piletas en verano. Debe ser el calor sofocante que trae otra vez tu perfume chocolate, pero cuando te conocí era invierno y vos no te perfumabas ni tomabas helados. Bueno, es como decir que la noche no es la mañana. Pero en un momento se las ve tan juntas, que parecen la misma cosa. Y ahora, por las tardes, las tostadas se queman, porque estoy tan dormido de la siesta que me las olvido arriba del fuego. Cómo me hiciste reír ese día que se te quemaron las tostadas. Estabas tan enojada que me gritaste y golpeaste la puerta, y no volviste por tres días. Yo me acuerdo porque en esos días llovió mucho, como ahora, y usé el paraguas que dejaste olvidado. Tal vez no volvías para no mojarte. La última vez que te fuiste te olvidaste los cigarrillos y el documento. Los cigarrillos me los fumé y el documento es verde y está arriba de la mesita del televisor. A veces pienso que al olvidar tu documento perdiste tu identidad y por eso no volvés. No te acordarás quien sos y menos quien era yo. Si te llega esta nota alguna vez, te cuento que yo era el gordito de las granadinas, una en cada mano, y el saco marrón descocido. ¡Si, ese! Hacé memoria, que me miraste desde abajo y te mordiste el labio inferior cuando me viste por primera vez y te diste vuelta haciéndote la interesante.
Bueno, te dejo, porque me está esperando mi tía para jugar a la canasta.
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El amor es una cosa de locos
Romancees una serie de misivas amorosas, que lo hace sufriendo, extrañando, llorando, y sobre todo amando con él. Éste combina imágenes cotidianas y también fantásticas que llenan de ternura y dan ganas de abrazarlo fuerte. Con un lenguaje sencillo y dire...