CAPÍTULO 13

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El frío de la habitación me estremeció los huesos, abrí lentamente los ojos, la cabeza me dolía, trate de levantarme pero me di cuenta que estaba amarrada a una silla, mire el cuarto, estaba en un enfriador comercial, los dedos los tenía entumidos, no sabía cuánto tiempo tenía en ese lugar pero era seguro que otras horas más y entraría en estado de pulmonía, trate de zafarme de la soga pero no podía mis manos no respondían, suspire pesadamente y de pronto el ruido de la puerta se escuchó, levante la vista, mi cuerpo temblaba por el frío, el hombre que había visto en el restaurante estaba frente a mí, prendió las luces y apago el enfriador, se puso enfrente de mi llevando sus manos a la cintura y sonrío divertido

-Dicen que es bueno el frío de vez en cuando- se agacho para quedar a la altura de mi rostro

-¿Quién te mando a infiltrarte, para quien trabajas?- dijo con una enorme sonrisa en su rostro, relamí mis labios y solté una risita

-No trabajo para nadie, a menos que me quieran contratar ustedes- lo mire fijamente a los ojos

-Necesito trabajar, mi madre está enferma, no me importa que es lo que tenga que hacer, sólo quiero dinero- no dejaba de mirarlo, el hombre se acercó y me desamarro

-Cuidado y hagas un movimiento en falso- moví mis muñecas que estaban lastimadas por la soga, me levante, el frío se había ido de la habitación pero no de mi cuerpo, aún tenía entumido la mitad del cuerpo, avance despacio, el hombre me empujo un poco

-Rápido- al salir al pasillo varios hombres nos esperaban, caminamos por un sótano, me llevaban en medio, mientras subíamos las escaleras me masajeaba las manos, al abrir la puerta y entrar por ella mire que estábamos en un centro comercial, no quise hacer preguntas en ese lugar porqué sabría que no me dirían nada, uno de los hombres me sujeto del brazo guiándome hacia la salida, el sol me lastimo los ojos provocando que los cerrara y tropezara con la banqueta

-Cuidado- dijeron todos riendo, yo los mire de reojo fastidiada, tenía sed, hambre y me dolía mucho la cabeza, un taxi nos esperaba en la entrada del centro comercial, suspiré y me subí a la parte trasera, mire por la ventana mientras el auto aceleraba, todo era tan confuso para mí, no sabía en qué me había metido, era peor de lo que pensaba, estos tipos no se tentaban el corazón con nada, cualquier cosa que saliera mal yo terminaría con un balazo en la frente eso era seguro, el camino de pavimentación se terminó al doblar en una curva, el auto empezó a moverse de lado a lado al entrar en un camino de terracería, el humo de polvo rodeaba el auto, avanzó unos 10 kilómetros cuando se frenó

-Bájense- dijo el hombre de bigote que manejaba, todos abrimos la puerta para bajar y una camioneta negra nos esperaba, me jalaron para subir pero antes vendaron mis ojos, subí como pude mientras sentí el auto en movimiento, esto era como un secuestro prácticamente, sentí miedo, pero no por mí, sino por Lauren, temía no volver a verla, no sabía que es lo que harían conmigo, lo peor es que estaba sola, ningún agente sabia mi ubicación, pasaron varios minutos que yo sentí una eternidad, al frenarse la camioneta varias voces se escucharon mientras murmuraban, la puerta se abrió, pude sentir el viento en mi cara, unos brazos sujetaron los míos y me bajaron con cuidado, al estar parada en el suelo me quitaron la venda, un grupo de cien hombres me miraban fijamente

-Te esperan adentro- me empujaron y avance hacia la cabaña, la puerta de madera rechino, entré lentamente mirando la enorme lámpara que colgaba del techo, el humo del tabaco rodeaba a un hombre de cabello blanco y barba de candado me miro y se levantó mientras se acercaba a mí

-Así que tú eres Mónica, la chica que quiere trabajar para nosotros- me miro de arriba abajo mientras caminaba en círculos, se detuvo frente a mí y pude sentir el humo del cigarro en mi rostro

CAMILA & LAURENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora