Me acerqué a la ventana para ver si aún seguía lloviendo y había apretado más. ¿Cómo era posible? Si solo habían pasado un par de horas…
Me giré hacia Raúl, que seguía sentado en el sofá, medio recostado en él, con las manos detrás de la nuca y me miraba.
- Creo que le mandaré un mensaje a mi padre… Está lloviendo más fuerte que antes y así no deberíamos salir y coger el coche, podríamos tener un accidente… - dije en voz baja.
- Como quieras… - dijo recostándose más en el sofá.
Busqué en mis pantalones el móvil, que se suponía que es donde debería llevarlo, pero no estaba, en ninguno de los bolsillos. Busqué mi bolso por el salón y al no encontrarlo me acordé de que lo había dejado en el coche, ya que se suponía que íbamos a tardar poco en bajar.
Miré a Raúl con una expresión de disculpa, me puse la chaqueta y cogiendo las llaves del coche que estaban en la barra americana, me encaminé hacia la puerta. Antes de llegar a la puerta, noté unas manos calientes que me cogían por la cintura y me hacían girar.
Al girarme me encontré a Raúl demasiado cerca de mí, por lo que di un paso atrás sin soltarme de su agarre, asustada por su repentina cercanía.
- ¿A dónde vas?
- Al coche. Me he dejado mi bolso y el móvil allí… - dije con voz temblorosa.
- No vas a salir estando el tiempo como está, Nessa. – dijo severo. Quitó una mano de mi cintura, buscó en su bolsillo, sacó el móvil y me lo tendió diciéndome con una sonrisa: - ¿No sabes pedirlo?
Me quedé mirándolo embobada, me pasaba cada vez que sonreía, seguramente cada vez que esto pasaba pensaba que era imbécil. Al darme cuenta, me aclaré la garganta y miré hacia el teléfono.
- Yo… Disculpa, no había caído en eso…
- Anda, toma, llama a tu padre o lo que necesites… - dijo Raúl riéndose y tendiéndome el móvil.
Cogí el móvil con mano temblorosa y cabizbaja susurré un tímido “gracias”. Notaba el calor de mis mejillas sonrosadas, me ardía toda la cara, seguro que estaba tan roja como un tomate.
Me giré y comencé a escribir el mensaje.
“Papá, lo siento, pero esta noche nos vamos a quedar en mi casa, llueve mucho, no se ve casi nada y es peligroso conducir así. Perdona por no habértelo dicho antes, pero nos hemos quedado durmiendo. Nos vemos mañana.
Un beso. Te quiero, Nessa.”
Le di a enviar sin leerlo y me giré de nuevo hacia Raúl suspirando. Él al escucharme, se levantó del sofá y se acercó a mí.
- ¿Ocurre algo?
- Sí… - contesté en un susurro.
- ¿Qué pasa, Nessa? – preguntó mirándome preocupado.
- Que se me olvidó hacer la compra anoche y no hay casi nada para cenar… - dije con voz triste.
Estaba muerta de hambre, me dolía el estomago de lo vacio que lo tenía y no tenía nada para que cenáramos los dos. Definitivamente, soy un desastre.
Normalmente hago la compra los martes, que es cuando salgo antes del trabajo, hoy era miércoles y no tenia nada para cenar. En otra ocasión pediria comida china o una pizza, pero no creo que sea buena idea. Ademas, creo que en el frigo hay huevos, leche o algo asi… Con eso se puede hacer algo, ¿no?
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