Al terminar de subir las escaleras, habia un pasillo largo y estrecho, habia cuadros colgados en las paredes de paisajes. Caminé directamente hacia mi habitacion, pasando por la puerta de la habitacion de mis padres, el baño de invitados, las dos habitaciones de huespedes... Llegué a una puerta color bronce, con el picaporte plateado, llevé mi temblorosa mano hacia dicho picaporte y lo giré. Cerré por unos segundos los ojos y respirando hondo, entré en ella.
Seguia todo exactamente igual a como lo habia dejado años atrás. Mi cama pegada a la pared, con un edredon color rojo granate, lleno de cogines. La mesa escritorio llena de mis libros de bachiller, con todos los apuntes esparcidos por encima. En las paredes habia las mismas fotos que tenia cuando vivia aquí. Me acerqué a la pared junto a la ventana y cogí una foto en la que saliamos mi madre y yo, estabamos en la nieve. Mi madre era preciosa, tenia unos grandes ojos verdes, una nariz perfecta, unos labios carnosos rojos y una melena larga negra. Era tan alta como yo ahora, con un cuerpo perfecto. Para mí, mi madre siempre fue perfecta. La quise mucho. Al coger la foto y quedarme mirandola fijamente.
- ¡Hey! ¿Por que lloras? - preguntó Raúl desde atrás de mi.
- ¡Oh! - exclamé al darme cuenta que habian caido un par de gotas sobre la foto que estaba en mi mano.
- ¿Que pasa, Nessa? ¿Por que lloras? - preguntó girandome para que lo mirara.
Lo miré a los ojos y parecia preocupado, no sé que aspecto puedo tener, pero en sus ojos se refleja la preocupacion que tiene.
- No pasa nada, es solo que al ver esta foto... - dije mostrandosela.
- ¿Que pasa con esta foto? - preguntó mientras me miraba a mi y miraba a la foto - ¿Quien es esta mujer que se parece tanto a ti?
- Es mi madre. - dije quitandome las lagrimas de la cara e intentando sonreir.
- Te pareces mucho a ella. - dijo mirandome embobado.
- Lo sé, eso nos deciando cuando ibamos juntas a algun sitio... - dije quitandole la foto de la mano y poniendola de nuevo en su sitio.
- Se ve que estabais muy unidas.
- Sí, nos queriamos mucho. Yo la adoraba. Era mi mejor amiga... - dije sollozando sin poder remediarlo.
Se acercó a mi y me pasó una mano por el brazo, muy suavemente, lo miré e intenté sonreir, pero no me salió nada.
- ¿Y por que lloras? - preguntó acariciandome la mejilla y terminando de quitar las lagrimas que habia en ella.
- La echo mucho de menos... - dije respirando hondo para intentar tranquilizarme un poco.
Cada vez que hablaba de mamá o veia alguna foto suya o simplemente la recordaba, me ponia asi. No soy capaz de hablar de ella sin llorar, no puedo.
- Seguro que ella esta pendiente de ti esté donde esté, no querria verte llorar. - dijo retirando otra lagrima que salió de mi ojo.
- Lo sé, pero no lo puedo remediar...
- Ven aquí, anda. - dijo abrazandome suavemente.
Me apreté contra su pecho, hundiendo mi cara en su hombro y lloré, lloré lo que no habia llorado en los cuatro años que hacia que habia muerto. Me aferré a él y me desahogue todo lo que pude. Raúl me pasaba las manos por la espalda o por el pelo de forma cariñosa, intentando asi que me tranquilizara un poco.
- Bueno, venga, deja de llorar. - dijo soltandome para mirarme a los ojos.
- ¿Ves porque te dije que no podia entrar en esta casa? - le pregunté llorando.
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