I need some help [Pausada]

7- Dueños.

Eso. Eso que me quitaba el sueño todas las noches. Eso que me hacía llorar asustada sin poder hacer nada, hasta que después de meses solo me quedaba allí, con un gran miedo y rabia hacia mí por sentirlo. Ya hace años no sufría esas interminables y horribles pesadillas, pero recordaba claramente ese signo; el cual ahora se encontraba como sobre de una carta pegada a la puerta de mi habitación.

Dejé caer mis cosas al instante, con todo mi ser temblando incontrolablemente.

Me acerque lentamente, con todo mi cuerpo alerta a cualquier cosa. Tomé aquel sobre con mis manos temblando, rompiendo el sello rojo con la imagen del demonio que me atormentó día y noche gran parte de mi niñez de una manera bastante brusca y con mucha ira y miedo contenidos, haciendo que casi rompa el mensaje que contenía dentro.

De aquel sobre cayo un papel amarillento y bastante sucio, como si se hubiese utilizado muchas veces antes.

Recogí el delicado papel con gran cuidado de que no se resquebrajara en pedazos. Tenía que saber lo que decía. Podía ser una pista de la localización de mi familia. Y así comencé a leer su contenido, de letra extrañamente hermosa y cuidadosa.

“Hola cariño. ¿Me recuerdas no? Soy tu gran amigo de tu infancia, ¿recuerdas?, si no  te puedo ir y recordártelo yo mismo. Bueno, ese no es el punto.

 Mi hermosa Brooke, por si no recuerdas, tú eres mía, y yo soy bastante egoísta y celoso con lo mío, así que quiero advertirte algo. Tengo a tu familia; madre, padre y hermano; conmigo, y sinceramente, no se sentían muy a gusto con mi presencia, así que los hice callar con un somnífero. En fin, lo que te quiero decir es que como yo soy tan celoso con mis cosas, quiero que vengas a mí en las próximas 72 horas, dejando todo atrás y con una explicación que inventarás de porque no quieres vivir más allí.

 Si no haces lo que te estoy pidiendo, o más bien, exigiendo, tu querida y amada familia va a sufrir las consecuencias. Porque tú sabes lo que me gusta a mí coleccionar objetos de tortura, ¿no?

A verdad que tú no sabes porque eres de mi propiedad… bueno, ya sabrás mi querida Brooke, ya vas a saber la verdad, con detalles y todo.

Te espero en tu ya sabes dónde.

Se despide tu amado y querido dueño.”

¿Qué? Mierda, no puede ser. Mierda, mierda ¡Mierda! ¡No sé a cuál lugar tengo que ir! Siempre que tenía mis pesadillas, ocurrían en el mismo lugar. Era un campo abierto soleado y floreado, al lado de un gran árbol que daba una buena sombra y el cual tenía una gran casa del árbol con muebles y comida. Yo siempre llegaba corriendo por un camino, pero nunca vi cómo se podía llegar allí.

Desesperada leí otra y otra vez el pedazo de papel arrugado. Al ya saber que no aparecía ninguna pista, di vuelta el papel en busca de una respuesta, encontrándola al parecer.

“Así que has decidido salvar a tu familia, lindo ¿no? Bueno, eso no importa ya. Al parecer recuerdas aquel bello lugar que te prepare, pero no sabes cómo llegar, ¿cierto? Pués no te daré la respuesta textual querida, porque ¡a mí me encanta jugar a las adivinanzas! Así que te daré unas adivinanzas y varias pistas para que puedas llegar al camino indicado. Solo sigue y ve a tu ciudad natal. Allí veras que encontraras.

Te quiere, tu lindo dueño.”

Joder. Tendré que hacer lo que me pide con tal de salvar a mi familia. Levante mi cabeza con la intención de ponerme a correr a buscar aquel lugar, no sin antes escribir una penosa carta para explicarles mi huida y vestirme de negro; pero algo me detuvo. O más bien, alguien. Sentí que hacía más frío.

-    Creo que él te ha encontrado antes que yo… pero yo he llegado antes a ti.- De la nada había aparecido un hombre detrás de mí.

Me di vuelta rápidamente para ver quién era el portador de esa fría y monótona voz, encontrándome con un hombre bastante alto vestido completamente de negro y con una larga capucha. Al instante se la sacó, dejando ver en él un color de piel muy claro, igual que su cabello, pero en cambio, no sus ojos. Estos eran de un negro absoluto. Fríos y sin sentimientos, igual que toda su cara. Frío. Incluso la temperatura bajó cuando él llego.