Arco: Un mundo de ensueño III

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Las hermanas se apresuraron a darse un deseado abrazo entre llantos, aunque temerosas aún ante la figura que parecía haberlas salvado, pero por qué. La figura encapuchada y con un pañuelo que cubría su boca y nariz se dirigió hasta las demás chicas encadenadas, logrando su libertad tras romper sus cadenas. Éstas tomaron una navaja del cadáver de uno de los captores, apuñalando consecutivamente los cuerpos ya sin vida de aquellos que les hicieron tanto daño.

Uno de aquellos, el cual aún seguía con vida. Sin embargo, con la mandíbula destruida, buscaba una forma de librarse de aquello. Deseaba escapar con vida de lo que a sus ojos era un infierno, una especie de castigo divino. Aunque sus posibilidades se vieron truncadas cuando a sus espaldas chocó con las hermanas, quienes le destrozaron el cráneo al golpearle una y otra vez la cabeza con una roca.

La figura se acercó a la niña, estando ésta de rodillas con rostro inexpresivo. Sacó una lata de jugo de pera y se lo entregó a la niña. La infante alzó la cabeza notando únicamente esos ojos verdes lumínicos que la observaban, pues la gorra y el pañuelo que llevaba hacia centrar la vista completamente a sus ojos, pero este igual le transmitían una gran calidez. La niña sonrió mientras aceptaba el obsequio. Su hermana se acercó dándole las gracias por todo, pero que necesitaba un último gran favor.

La joven le mencionó que ella se había sacrificado para que no capturaran a su hermana, pero que de todas formas ésta vino a por ella. No obstante, otro chico con el cual viajaban también fue capturado en un intento vano de salvarla a ella y demás chicas. Así que, le solicitaba ayuda para liberarlo. Pues, está en un almacén cercano a su posición, pero teme que hayan más merodeando la zona. La figura aceptó.

Fueron hasta el almacén. Estaba todo muy tranquilo, no había peligro. Fueron a prisas a intentar abrir las puertas del mismo, pero se encontraba sellado. La figura se acercó y de una patada logró abrirla. Y allí estaba el chico, vivo e inconsciente, pero amarrado a una de las vigas del lugar, todo golpeado, y con la carencia en su mano izquierda de su dedo anular. Lo liberaron enseguida tratando su zonas afectadas con vendajes proporcionados por lo que entendían como su salvador.

Llevaron al chico al granero donde se encontraban las demás chicas, las cuales se apropiaron de las ropas de sus captores para poder cubrirse, haciendo lo mismo ambas hermanas al percatarse de la idea. Todas miraban fijamente a la figura con gran curiosidad, "por qué", "para qué" eran las incógnitas que redundaban por sus mentes, pues entendían que el mundo actual no existían tales cosas como los príncipes azules. Así que, una chica bajo el pánico de los último sucesos lo intentó apuñalar mientras éste se encontraba de rodillas atendiendo al joven inconsciente. Solo un movimiento de mano bastó para interrumpir las intenciones de la chica deteniendo su manos al sostener fuerte su muñeca, ésto sin siquiera voltear.

La chica retrocedió soltando en el trascurso la navaja totalmente atemorizada. En esto el joven abrió los ojos siendo lo primero en notar aquellos ojos verdes lumínicos que le miraban sin titubear. El joven tan sólo exclamó "Un Vigésimo". Ésta acción provocó un revuelo en el lugar, pues por parte de todas las presentes era la primera vez que observaban tal ser.

Aunque todo comenzó a cobrar sentido: Esos ojos, las aptitudes físicas superiores, los reflejos... Las piezas del puzzle empezaban a encajar; Un Vigésimo en persona las había rescatado. La emoción se hizo notar y las tensiones del lugar desaparecieron, pues entendían sí las había rescatado, careciendo ésta acción de malas intenciones.

El joven se incorporó entre quejas por el dolor que sentía por todo su cuerpo, pero no impidiendo éste que le diera las gracias al Vigésimo por salvarlos. Aunque, ni evitó preguntar cómo se enteró del lugar y de que allí tenían personas raptadas. El Vigésimo se puso de pie, dirigiéndose hasta las hermanas y aseguró que escuchó gritos de auxilio mientras veía a la hermana mayor, la cual le correspondió la afirmación con una inocente sonrisa.

Posteriormente, se puso de rodillas en frente de la infante y posó su mano sobre su cabeza diciéndole que todo estaría bien. Luego se acercó a la hermana mayor y fue con ésta a una zona alejada del grupo, donde le mencionó que debía pasarse por una farmacia para conseguir pastillas contra el embarazo, pues puede notar que tanto ella como su hermana pasaron por un momento muy difícil.

La joven entre llantos se acercó a él y le abrazó buscando consuelo entre aquel que llegó tarde, pero no nunca. Le pidió a su salvador que le dijera su nombre, a lo que éste respondió "Scott". Ella con una sonrisa le respondió que era un placer conocerlo, ella era "Leidy". 

Generación OmegaΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora