Día cinco; soulmate AU
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La primera vez vio a una mujer. Y se asustó mucho.
Un pincel le propinaba suaves caricias sobre su nívea piel, haciendo un sin fin de raíces en ella. En varios puntos, en diferentes posiciones. Múltiples imágenes que exponían su desnudes e irradiaban un calor en el cuerpo del menor.
En ignorancia de su rostro conoció cada lunar que decoraba su espalda, así como aquella mancha cerca del borde de sus blancas bragas, la forma en que sus pezones reaccionaban a las caricias de pintura e incluso como los dedos de una mano ajena se hundían suavemente en su piel cuando se dedicaban a cambiar de posición.
Despertó bañado en sudor, con el miedo y la vergüenza de haber soñado algo malo y obsceno. Y con los pies descalzos corrió por los pasillos oscuros, hacia la habitación de sus madres. Abrió la puerta con tanto ímpetu como su fuerza de infante le permitió, y con los ojos cristalinos de lágrimas confesó todo con balbuceos y palabras atropelladas, por la misma rapidez con que las pronunció.
Las mujeres acunaron el rostro de su pequeño hijo, limpiando en el acto el mar salado de sollozos y disculpas. Igual de asustadas que él.
Sin embargo no duró mucho aquel susto.
Para su mala y buena suerte Kirishima Eijirō había tenido su primer sueño relacionado con su alma gemela a la corta de edad de cinco años.
No, no se trataba de un video inadecuado para él que vio por accidente en internet, para alivio de sus progenitoras. En cambio, aquella peculiar película que soñó, fue eso mismo. Un sueño.
Con palabras dulces y llenas de cariño para calmar a su hijo, acompañadas de la manía de peinar su cabello azabache con sus dedos, le explicaron cuan normal era soñar con su una persona destinada a estar con él. Dejando de lado lo explicito que fue para su edad, le explicaron la situación.
Al nacer o mucho antes de ello, si es que el destino era cierto, tu alma ya estaba unida a la de alguien más. Algunos la ignoraban, otros no tenían ni la mínima aparición de ella e incluso otros la buscaban con desesperación. Pero todos tenían una.
Las mujeres abrazaron a su hijo recordándole cuan afortunado era de haber recibido señal de ella, tal vez era un inicio para completar su vida juntos.
Eijirō más tarde lo entendió mejor por si solo mirando las naranjas que descansaban en el frutero de la mesa.
Tiempo después, en lo íntimo de sus noches, en las apariciones de sus sueños, miraba diferentes escenarios. Iguales de preciosos que cotidianos, que creía que estaban, siempre relacionados a ella.
Una habitación con las ventanas abiertas, dejando entrar el verano y la luz por ellas. Con las cortinas blancas y aquella camisa al respaldo de la silla bailar suavemente por la brisa de la temporada. La cama sin hacer, un mar de libros esparcidos y apilados por la habitación -viejos, con los bordes desgastados por su uso, y a veces abiertos con las páginas danzando a la misma velocidad que el viento intruso.
Otras veces, un salón lleno de lienzos, algunos terminados y otros a medio proceso o en blanco. En ocasiones con una radio llenando los espacios silenciosos de él, otras el monótono y usual silbido de las hojas de los arboles siendo acariciadas por la brisa.
Y, evocando aquel sueño de su infancia, a una mujer. Recostada sobre un sofá largo cubierto por unas sabanas, mismas telas que cubrían desde su vientre hacía abajo -respetando irónicamente sus partes más sensibles de su fisonomía- y en su pecho, con sus pezones rosados camuflándose entre los pétalos, un vergel.
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Explosión de fresa [Kiribaku Week]
FanfictionSerie de one shots dedicados a la hermosa pareja, y al fandom, de Kirishima y Bakugō.