Día 2; niños
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El día comenzaba alzarse con todo su brío, con su débil brisa matutina hacer bailar las blancas cortinas del apartamento y los pajaritos ya cantando fuera, su cántico monótono lograba filtrarse como la luz en su hogar. Pero era amortiguado dulcemente por el sonido de la cacerola freír las salchichas en ella.
Bakugō Katsuki, frente a la estufa concentrado en su labor, se había levantado un poco más temprano para poder completar lo que el día anterior dejó pendiente. Imaginaba que sin su pareja en casa las cosas serían más fáciles, menos ropa y trastes que lavar, cosas de ese estilo. Más teniendo a la pequeña en casa no había diferencia alguna, podría decir que hasta el trabajo era doble, y eso que se sacaron la lotería con una niña que era ordenada y bien portada.
Meneó por última vez las salchichas en la cacerola, apagó el quemador y comenzó a tostar un par de panes con mantequilla; el desayuno. Para irse al cuarto que tenía más de una semana siendo de ellos dos. Encontrando en él, una bolita de sabanas en medio del los tres futones tendidos en el suelo, era un diminuto punto entre un mar blanco, puesto que con los tres era más que suficiente para que la habitación quedara tapizada.
Los colchones se hundieron ligeramente al recibir los pasos del rubio cenizo. Se agachó ante la pequeña bolita.
Tocó con delicadeza la pared de su tal vez fortaleza, moviéndola un poco, pronunciando con el mismo cariño con el que una madre le hablaría a su propio primogénito que se levantase, que ya había salido el sol. Posteriormente retiró las mantas que le cubrían hasta su cabeza, solamente para revelar un retoño que envolvía un peluche con todo su cuerpo, abrazándolo y presionándolo de tal manera en la que Katsuki sentía el dolor del pobre peluche -el cual fue su primer regalo por su parte y su favorito entre la colección que tenía en su caja de juguetes- y con su cabello repartido en todas direcciones entre su almohada y la del mayor.
La menor reaccionó quejándose y moviéndose, buscando algo que la librara del sufrimiento de sentir la luz matutina. De manera cómica se levantó, como un muerto viviente, talló con fuerza sus ojos con sus puños y caminó por el mullido futón, sin mencionar ni una palabra y ni en ningún momento volteándolo a ver.
Aún así Katsuki la siguió con la mirada, doblando las mantas en el proceso -. Lávate la cara, y ve a desayunar. Y pásate el peine.
Segundos después se escuchó como el piso del baño era lastimado por un banquito que se arrastraba por él sin cuidado alguno y, después, el agua correr.
Apiló los futones y las mantas en una esquina de la habitación, coronando la pila con el peluche. Sacó y acomodó el uniforme de la niña. Se deshizo de sus propias ropas de dormir para remplazarlas por una camiseta negra y unos jeans, un suéter ligero y colgarse su mochila al hombro, misma que colocó cerca de la entrada cuando fue otra vez a la cocina.
-Buenos días Katsuki -la pequeña figura de largos cabellos y negros como el propio carbón ya estaba sentada en la mesa, moviendo los piecitos desnudos debajo de ella, embozando una pequeña sonrisa en su rostro -. ¿Qué hay de desayunar? ¡¿Son panqueques?!
El rubio se giró sobre su hombro, para ver como los ojos escarlatas-negros se iluminaban de felicidad. Casi se sintió una mala persona por desvanecer esa luz en sus rubíes, casi.
-Son tostadas.
Se escuchó un quejido de decepción, que no tardó en ser sustituido por un regaño, uno que le daba más diversión que enojo a la menor-. ¡No dijiste buenos días Katsuki!
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Explosión de fresa [Kiribaku Week]
FanfictionSerie de one shots dedicados a la hermosa pareja, y al fandom, de Kirishima y Bakugō.