6

3.4K 332 32
                                    

Día seis; masaje / toques

🍓

Con letargo un gran bostezo se le escapa. No se culpaba, el día había sido agotador y estresante para él. Su único deseo era dormir en la comodidad de su hogar, que estaba caliente y tibio a diferencia de lo hostil que se encontraba el clima en esos momentos.

No era necesario revisar la hora en su teléfono para enterarse que estaba cerca de ser la madrugada, pues las calles estaban vacías. Aunque, en parte se le acusaba a la lluvia.

Apenas una llovizna débil, que solo lograba crear una monótona melodía contra la tela de su paraguas, pero acompañada de un cielo tan gris. Lo suficiente para enterarse que amenazaba con un diluvio.

Con un poco de suerte llegaría a casa apenas con sus botas húmedas, y no todo bañado por la furia del cielo.

Se recostaría en su cama y se levantaría hasta pasado el medio día. Se lo merecía.

También puede que era merecedor de los brazos de su pareja.

O mejor dicho; ansiaba llegar a casa para dormir al lado de su novio. Hundirse en su pecho desnudo y encontrar el lugar que hace años le entregó, que Bakugō proclamó suyo.

Esperaba, con buenas intenciones, que mientras él se adentraba entre las mantas su pareja no despertara. Sabía, que como él, Kirishima había tenido un día agotador consumiéndose en su trabajo.

Ambos lo hacían. Apenas podían verse.

Pero era suficiente con compartir la cama, con tenerse el uno y el otro...

Abrió la puerta del apartamento siendo recibido por la oscuridad en un principio, se quitó las botas y mientras caminaba dentro de su hogar se desasía de las prendas innecesarias, siendo iluminado tras unos momentos por las luces aún encendidas.

Lo primero que hizo fue ver la mesa de la cocina, que estaba vacía.

Lanzó un suspiro en agradecimiento en que el idiota de su novio no lo esperó hasta esa hora. No era tan tonto como para ello, pero si para dejar las luces encendidas. Se dirigía al baño cuando a medio camino se detuvo, pues ahí en el sofá los cabellos rojos eran inconfundibles.

—Kirishima —pronunció más suave de lo que esperó, posiblemente para no despertarlo de manera violenta, cambiando su rumbo del lavabo a la pequeña sala del apartamento.

Tocó suavemente su hombro, presionando un poco. Más no despertó.

Movió ligeramente su cuerpo, y cuando iba a abandonar su tarea recibió respuesta. Apenas un pestañeó y un quejido.

— ¿Por qué mierda no duermes en la cama como una persona normal? —crispó, mientras el contrario pasaba con fuerza sus dedos contra sus ojos, tratando de alejar así cualquier rastro de torpeza por el sueño.

No hacía falta, ya era un tonto por nacimiento.

—Te estaba esperando —bostezó, alargando su última palabra—. Hice la cena, ¿Te sirvo?

— ¿Ya cenaste tú?

Cuando al rubio cenizo se enteró de la respuesta negativa del pelirrojo, dejó caer su puño sobre la cabeza de este. Golpeándolo en un regaño, con la suficiente fuerza para que le doliera pero no para lastimar con verdaderas intenciones a su pareja.

—Sí que eres tonto pelos de mierda —Bakugō le insultó, dando un paso para dirigirse a la cocina a calentar la comida que ya estaba fría.

Más fue detenido por la palma de Kirishima sujetando su muñeca, gruñó en desacuerdo pero terminó siendo jalado por este. Obligado a sentarse al lado de Kirishima, quien al recibir los ojos iracundos de Bakugō solo se excusó.

Explosión de fresa [Kiribaku Week]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora