•Capitulo 2•

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"Oye pianista, tus dedos están bailando, tus movimientos impredecibles, ¿Que puedo decir?".

Estaba maravillado, nunca había experimentado aquel sentir. Por años sus expectativas fueron altas respecto a escojer "hombres afortunados para pasar el rato" se refiere, pero esto era diferente, con una simple melodía había logrado estremecer todo su ser; esta vez el joven de lo que parecían ser "manos divinas" había revisado por varias cifras sus estándares.

Tal vez el "amor a primera vista" no era del todo falso, pero si bastante cliché, cosa que Hiro odiaba con toda su alma, o tal vez habían colocado algo en una de las tantas bebidas que había tomado "prestadas" de algunos clientes distraídos, quizás el grado de alcohol de estas era más de lo que usualmente soportaba...

[¡Si!, ¡Debe ser eso!... ¡Ahg! Debo dejar de hacerlo... Me provoca pensar en idioteces] Pensó.

Una vez terminada la presentación (totalmente improvisada) el joven de piel canela se levantó de su asiento, hizo una reverencia y procedió a regresar a su mesa acompañado de aplausos y ovaciones provenientes de chicos y chicas.
Sus amigos solo me felicitaban y todo volvió a ser como antes de el pequeño espectáculo, solo que ahora la mayoría de miradas dentro del burdel observaban al moreno.

[Pfffft, presumido...] Se dijo a si mismo el nipón.

Este volvió a su labor, repartiendo y recibiendo pedidos de la gente.

Días pasaron y todo transcurría de manera normal, al menos en la vida del asiático.
Más gente comenzaba a visitar el bar ya que un rumor se expandió por los alrededores, este decia que "un chico latino súper apuesto y talentoso visitaba a menudo el burdel y de vez en cuando daba presentaciónes "maravillosas".

[¡Exagerados!, ¡No es la maldita gran cosa!]...

A Hiro esto en parte le beneficiaba...

Clientes nuevos = Nuevos ilusos por seducir.

Todo era rutinario para Hiro, proceder a hacer su trabajo de la mejor manera posible y esperar a que alguien se acercara cayendo en sus "encantos".

Lo había logrado, después de algunos días, lo había conseguido.

Ahora había una nueva meta en la mente de Hiro...

Atravesar la maldita puerta de la sala de empleados y asegurarla.

Impedimento: Un hombre suficientemente prendido y necesitado impidiéndole el moverse con facilidad para lograr hacer que entraran de una maldita vez...

Demonios, no tenía fuerzas para hacer nada, solo le drogaria y le quitaría sus pertenencias de valor... Teléfono, billetera, reloj, anillos, collares etc... Cada vez más se complicaba la situacion.

[Cómo odio mi vida en estos momentos...]

- Hey-hmmm... Amigo... ¡Cris!, Maldita sea, ¿Podrías esperar un poco para que logré abrir la maldita puerta?... ¡Wow!, Espera...

[Una navaja... Genial...]

Podía sentir el frío metal de esta amenazar con atravesar su cuello, y por el otro lado labios desesperados repartiendole besos asquerosamente húmedos a su piel...

- No hables, mucho menos grites, te dije ¿No?, No quiero ningún compromiso, así que será rápido, no creo que importe entonces el lugar.

- Tampoco quiero ningún compromiso con alguien como tú, pero si nos ven estoy frito, así que por qué no entrar y así los dos estaremos felices... [Técnicamente hablando, necesito dinero y apuesto a que tú reloj vale un dineral...]

•Piano Man• {HIGUEL}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora