XII. Detrás del cristal

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Quisiera ser la lluvia
que al caer pasea por tu piel,
aliviando tu dolor.
Quisiera ser aire
para abrir las ventanas de tu alma
y llenarlas de color 🎶


Steve miró por los amplios ventanales. Afuera llovía. Hacía rato que había comenzado una tormenta.

Dejó su pintura un momento. Parecía que nunca podría terminar su obra –"Aprendiendo a sentir"–, tal vez era una señal.

Se acercó a la ventana. Llevó sus manos llenas de pintura a los costados de su pantalón para limpiarse. Alec le había contado algo sobre las gotas de lluvia... Como al caer por los cristales rodaban y a veces se separaban; pero después, eventualmente, volvían a juntarse y ser una.

"—Creo que a veces así pasa con nuestros destinos —Alec había dicho, echando una mirada fugaz a Magnus que todavía seguía con Tony—. Aun cuando nos separemos en el camino, porque a veces es difícil, eventualmente los caminos vuelven a unirse. Porque somos eso, estamos destinados."

Y él sonaba tan seguro de ello. Steve podía ver las arrugas en su frente, probablemente consecuencia de muchos ceños fruncidos, pero también en las comisuras de sus labios y de sus ojos...y Steve podía fácilmente imaginarse que esas eran debido a sonrisas.

Pero ¿cuánto le había costado a Alec llegar a ese punto?

Steve lo había visto reunirse con Magnus, sus manos juntas, ¡y sintió tanta envidia!

Aun cuando sólo fue un breve momento, sintió tanta envidia. Pero también su corazón se aceleró y su piel ardía. ¿Y si él pudiera también, algún día?

—Pensé que ya no estarías —la voz a su espalda hizo saltar a Steve.

Casi apartó su mano del cristal, donde había estado siguiendo el camino de una gota con su dedo. Se encontró con la mirada de Tony en el reflejo del cristal y no supo por qué, en lugar de quitar su dedo, terminó con toda su palma contra el cristal húmedo.

—¿Necesitas que me vaya para dar tu clase?

Tony negó. Todavía se veían a través del reflejo en el cristal. —Con esta tormenta ni siquiera creo que venga nadie.

Steve sonrío, no supo por qué, y bajó la mirada apenado, sus mejillas calientes, mordiendo sus labios.

—¿Te divierte que no tenga alumnos?

Tony se acercó. Steve podía sentir el calor de su cuerpo, a pesar del frío por la lluvia que comenzaba a colarse hasta sus huesos, su corazón se aceleró y él dio media vuelta para enfrentarse a él por fin.

Y entonces se quedó sin aliento. Sus manos colgando a sus costados, su espalda pegada al cristal. Dejó de escuchar la lluvia caer, no le importaron más las gotas destinadas a reencontrarse, se perdió esta vez en las que escurrían del cabello mojado de Tony Stark. Se acumulaban en las puntas de los mechones húmedos, como pequeñas perlas que colgaban un instante antes de soltarse y rodar hasta su piel. Caían por su frente y sus mejillas. Se acumulaban en sus largas y perfectas pestañas. Había una en la punta de su nariz. Y sus labios estaban húmedos.

Su garganta se secó.

Quería... Nunca el hombre en él había ganado al artista. Quería pintarlo, sí, por supuesto. Pero más, y ah cómo dolía, deseaba ser capaz de tocarlo. Capturar esas gotas rebeldes que duraban pequeños instantes –que para él parecían eternidades– pegadas a su piel. Y quería ser él, sus dedos los que corrieran sobre su rostro... Sentirlo y aferrarlo como el agua nunca podría.

Steve quiso reír entonces. Porque, ya sabes, él era mucho peor que el agua. Nunca podría tomarlo con fuerza para no dejarlo ir, al menos el agua podía acariciarlo un momento.

Él, en cambio...

* * *

Steve, Tony no sabía en qué estaría pensando, su mirada vidriosa mientras él –¿Por qué? No estaba seguro– dejó su mano sobre la huella húmeda que había dejado la de Steve sobre el cristal.

Era quizá un poco infantil, pero de repente quería tocarlo, a como diera lugar, de cualquier manera posible.

No lo conocía, pero...

Steve se separó de la ventana con un suspiro pesado, doloroso. Sus manos estaban apretadas en puños. Y cuando dio el primer paso para alejarse, Tony tuvo que resistir –apenas– el impulso de extender su mano y detenerlo.

No lo toques.


—¿Recuerdas que aceptaste conocerme y dejarme conocerte? —lo dijo antes de poder detenerse. Steve no se volvió a mirarlo, pero dejó de avanzar—. ¿Qué te parece comenzar por algo que los dos amamos? —Steve se giró entonces, lentamente, y cuando sus ojos se encontraron con los de Tony y parpadeó, había diminutas partículas brillando en sus pestañas y en esos iris azules. Lágrimas que Tony quería capturar, tanto en una imagen para inmortalizar la belleza de esa mirada triste; como con sus dedos, apartarlas de esos ojos que sólo quería ver brillar felices—. La pintura.

Entonces hubo un comienzo de una sonrisa en los labios de Steve.

Y era un buen comienzo.




* * *

Hola, no había podido actualizar, pero ya vuelvo 😌

Si han leído Mi pequeño corazón ❤ les sonará lo de las gotas en el cristal...

Hafefobia (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora