13.- Etéreo

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Les dejo una canción para ambientar ;) 

La campana suena cuando abro la puerta. Ese recibimiento es sorprendentemente cálido si se toma en cuenta que últimamente las puertas -automatizadas- cuentan con un timbre artificial. Censores programados para que suenen en cuanto se percibe movimiento a cierto rango de distancia son los que alertan a los empleados... No me gustan esa clase de lugares que tienen alta tecnología y sofisticación. Es como si les arrancaran el alma a las cosas mínimas y cotidianas de la vida. Y es por eso que el sonido de aquella pequeña campana me agrada.

Camino hacia el fondo del lugar y me deleito con el aroma a café tostado que se percibe en el ambiente. Los colores suaves ayudan a que uno se relaje después de un día ajetreado en el trabajo, la escuela o cualquier otra actividad. Para mí -que siempre despierto a mediodía- aquel sitio luce acogedor, como si fuese una tarde tranquila que comienza a oscurecer en tonos violáceos. Y eso es lo que necesito, un ambiente discreto que me permita concentrarme en mis escritos y mi editor estará agradecido por eso, ya que lleva varias semanas preguntando de manera indirecta acerca del manuscrito de mi siguiente novela.

-Bienvenido -saluda la dependienta que se encuentra detrás del mostrador. Me dirige una mirada coqueta que ignoro por completo. Ella tiene la idea errónea de que frecuento aquella cafetería por el interés hacia su persona.

Lo siento, cariño, pero no es nada personal

Sonrío al pensar que los días en los que me encontraba en relaciones turbias con mujeres -que no lograban llenar mi vacío- han quedado muy atrás. Hace años que no he probado una sola gota de alcohol y mi mente e hígado lo agradecen por completo. Me siento en paz por primera vez en mucho tiempo. Y tal vez es por eso que ahora vuelvo a encontrar a aquel maravilloso tesoro en este lugar.

¿Quién podría adivinar que disfruto de pasar las tardes escribiendo en una simple cafetería, después de todos los lujos a los que suelo estar acostumbrado? Porque sí, el vender mis obras me ha dejado con poco más del dinero suficiente para vivir holgadamente. Es como si la vida me premiara después de toda la desesperación por la que tuve que pasar.

Mi sonrisa desaparece cuando me concentro en acomodarme en mi sitio favorito, en aquella simple pero cálida cafetería. Aparto la silla de la mesa un poco para poder sentarme; dejo mi maletín al lado y comienzo a sacar el portátil con tranquilidad.

Sé lo que viene a continuación y es lo que estoy esperando desde que mi día a iniciado.

-Bienvenido -saluda un joven con una gran sonrisa. Me reconoce por las ocasiones anteriores en las que he estado en aquel sitio.

-Buen día, Jimin -saludo cordialmente, sintiendo un poco de nerviosismo. Lo cual me sorprende porque he vívido muchas cosas que han forjado mi carácter fuerte. Aún así aquel joven logra que me sienta como un niño pequeño, un preadolescente que apenas si sabe poco de la vida y que teme el rechazo del primer ser amado.

¿Cómo puedes ponerme tan nervioso si hace tanto que no nos vemos?

La respuesta queda al aire, desconocida para mí.

-¿Un café latte? -pregunta risueño.

-Con un croissant -respondo, completando la orden.

-No tardará -me dice con su voz ligeramente aguda, se inclina un poco a modo de respeto y se da la vuelta para acercarse a la barra y pedirle a chica lo que había ordenado.

InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora