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Mikaela se encontraba situado frente al espejo  de cuerpo completo en su habitación terminando de arreglarse el ostentoso atuendo, este consistía en un traje blanco de dos piezas, en la parte izquierda del pecho tenía varias  insignias de oro que centellaban en la luz, correspondientes a las guerras ganadas y tierras gobernadas por el reino de Krul Tepes, botas negras hasta la pantorrilla  y una capa roja que se extendía hasta casi tocar el suelo.

Lo único que parecía no disgustarle tanto de esas ropas era el antifaz, negro onix y le cubría gran parte del rostro dejando solo visible sus ojos, azules como el zafiro.

Mikaela nació fruto del matrimonio entre Krul Tepes (la actual reina de sanguinem y de los vampiros) una mujer de cabellos rosados, ojos color sangre y de baja estatura,  siempre vistiendo de gala y personalidad imponente y e inflexible. Su palabra era ley.

Y Férid Bathori Un hombre de cabellos platinados, alto y orbes rojos. Años más tarde, la reina se divorció y echó a Ferid sin contemplaciones de sanguinem, por razones que hasta hoy aun muchos desconocen.

La campaña para casarlo había comenzado a principios de aquella misma semana, así que su madre decidió que hacer una fiesta seria una buena opción para encontrar un buen pretendiente para su hijo.

Mikaela en vez de estar contento le molestaba de sobremanera el que su madre quisiera casarlo tan pronto, prefería pasar el día encerrado en la biblioteca del castillo o en el jardín, a tener que estar en una absurda fiesta llena de hipócritas que solo querían ganarse el favor de la reina.

Si tuviera oportunidad de elegir, gobernaría solo antes que  casarse con cualquier extraño.

Sin pensarlo más se ajusto bien la mascara a su rostro y se dispuso a bajar al jardín  donde se estaba dando lugar la celebración. El baile de máscaras le había parecido muy bien organizado, podría servirse del anonimato. No estaba permitido quitarse las máscaras hasta pasada la medianoche, y para entonces él ya se habría marchado.

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Yuu miraba con atención como todos se movían de un lado a otro mientras un chico alto con cabello rosado gritaba ordenes.

Largas mesas blancas repletas de platillos y bocadillos se extendían  a lo largo de la inmensa cocina de paredes inmaculadas, había 2 hornos gigantes de pierda  en cada esquina, y las barras donde trabajaban los cocineros parecían a punto de desparramarse por tantos ingredientes. 

Algunos corrían llenando platos, decorando pasteles y sirviendo copas, mientras otros se concentraban en las ollas burbujeantes que se mantenían en las estufas o sacando los platillos del horno.

Yuu intentó mantenerse tranquilo e irse a una esquina para no estorbar, pero era imposible dar un paso sin meterse en el camino de alguien. Lo confirmó cuando dio un paso en retroceso y chocó con un chico bajito que parecer llevaba una bandeja con platos.

El estruendoso sonido de la porcelana al hacerse añicos fue suficiente para que todos dejaran de moverse y el silencio dominara.

Yuu balbuceó un par de disculpas al tiempo que  se agachaba para ayudar al pobre chico que limpiaba con un trapo el suelo preso del pánico.

No pasó ni un segundo, cuando el chico alto que gritaba a todo pulmón se materializara a su lado, Yuu pudo observar el momento exacto en que le saltó una vena del cuello. Demostrando lo molesto que se encontraba.

—¿Quien demonios eres tú? —Rugió — ¿Y quien carajos te permitió entrar a mi cocina?

Yuu se sintió pequeño ante su mirada escrutadora, pese a ser un chef tenía una apariencia de matón, el cabello lo tenía en una especie de corte militar, si bien lo tenía de un tono rosa chicle no lo hacia ver menos intimidante. Piel ligeramente bronceada y ojos castaños, lo miraba como si él se tratara de una cucaracha que quisiera eliminar.

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2020 ⏰

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AMOR HOSTIL [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora