P R Ó L O G O

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Jean Kirschtein, Distrito de Trost 1967

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Jean Kirschtein, Distrito de Trost 1967.

Siempre quiso tener alas para poder volar, su temperamento ácido le provocaba problemas con todo el mundo, incluso con sus padres. En la escuela siempre fue un busca pleitos, no dejaba que nadie le dijera que hacer; llegando muchas veces a la casa con la chaqueta rasgada y con algunas manchas de sangre.

Era un chico rudo, según él el estilo Elvis de 1957 le sentaba de maravilla, con su cabello castaño peinado de tal manera que le hacía parecer una estrella de rock. "Rock de la cárcel".

Siendo un hombre de casi veintiún años de edad, su papá le pidió que siguiera sus pasos y se enlistara en el ejército, cosa que negó rotundamente, él amaba la música, hacer sonar sus vinilos en el tocadiscos y oírlos sonar por horas, pero a su progenitor no le agradaba la idea de tener un hijo "vago", como solía llamarle. Jean no quería ser un "mata niños", porque así era como le llamaban a los soldados que peleaban en una guerra sin sentido, para tratar de reparar un país ajeno.

Decían que los delincuentes no podían formar parte de la milicia, así que se esforzó lo suficiente como para convertirse en un alcohólico, de fiesta en fiesta con mujeres y drogas, porque ese era el camino más fácil, pero con una madre tan atenta era imposible lograrlo.

—¡Jean!—exclamó la dama de cabellos castaños al encontrar lo que menos pensó entre las cosas de su hijo—. Ya no sólo bebes, ahora también te drogas.

Pero el chico tenía sus ojos mieles perdidos en el techo de su habitación, con una deliciosa sensación de bienestar, la somnolencia azotando su cabeza y sintiendo sus extremidades con hormigueos constantes. Pensaba lento.

—¿Qué?—espetó sintiendo la boca seca, se incorporó para retirar la banda elástica que rodeaba su brazo, la cual permitía dejar más a la vista sus venas.

—¿Por qué te haces esto?—cuestionó la mayor—. Te destruyes hijo—comentó con notable tristeza—, además tu padre está luch...

—¡No!—interrumpió con furia—. Mi padre no está luchando, no te creas ese cuento mamá, él está matando personas—le dijo mirándola fríamente—. Prefiero destruirme de esta manera, que estar matando gente inocente.

—¡Por dios!—gruñó frustrada—. ¿Por lo menos tienes idea de lo que estás diciendo?

—Ya no importa—desestimó mientras recogía su ropa sucia del suelo y la mezclaba junto con la limpia en una maleta, se calzó los zapatos como pudo y salió de su habitación siendo seguido por su madre.

—¡¿A dónde vas Jeanbo?!

—Ya no importa—replicó de nueva cuenta.

—¡Vuelve aquí de inmediato!

Y el castaño volvió, quizá no ante el llamado de la dama—. Olvidé mis vinilos...—le dijo y tomó los discos incluyendo también el aparato que servía pata hacerlos sonar. Sin más que decir se largó.

Marco Bodt, Ciudad de Jinae 1967

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Marco Bodt, Ciudad de Jinae 1967.

Siempre fue un chico dulce y cariñoso, con las mejillas cubiertas de pecas hermosas que le hacían lucir de manera angelical.

Llevaba flores en su cabeza, vestía de colores brillante y promovía la paz. Dando flores a los que parecen hostiles, tenía un grupo de amigos iguales a él; chicos incomprendidos que necesitaban ser escuchados. Pero eso a su padre no le agradaba ni un poco.

Cuando Marco llegaba a su casa recordaba lo triste que era el mundo sin su madre, por eso pasaba más tiempo con sus amigos que estando en casa, sólo llegaba a dormir, para no tener tiempo de pensar en nada...

Un buen día como cualquier otro volvió a su hogar siendo recibido con gritos—. ¡¿Con cuántos te has acostado hoy?!—exclamó en cuestión un caballero de cabellos negros mientras miraba a su hijo con desprecio.

—Con nadie—respondió calmado.

—¡No mientas Marco!— el señor no creía nada, no veía correcto que su hijo formara parte de esa nueva y libertina cultura de jóvenes desaliñados.

—No estoy mintiendo, papá—le dijo con total paz.

—¡¿Entonces a donde te vas después que sales de la universidad?!

—Me quedo charlando con mis amigos—en verdad lo hacía.

—¡No es cierto!—gruñó llevándose las manos a la cabeza como queriendo arrancase cada cabello—. Tú eres parte de esos—le dijo haciendo un ademán de desprestigio—; se que eres de esos que fornican como animales en cada esquina con esa estupidez del amor libre.

El pecoso sintió su corazón romperse en mil pedazos, no puede ser que su padre le esté juzgando de esa manera, Marco apretó los puños para tratar de no llorar al instante—. Y-yo no soy así—comentó con la voz rota.

—Si no eres así entonces ¡¿por qué utilizas esas bandas en la cabeza?!—argumentó mientras le arrebataba el objeto colorido y lo mandaba a muy volar lejos—. ¡¿Acaso eres homosexual?!

El joven Bodt calló ante la pregunta de su padre ¿cómo decirle que efectivamente le gustan los hombres?

—Dime...—murmuró muy de cerca—. ¿Te gustan los hombres?

—Sí.

Ante la revelación de sus inclinaciones, la paliza que le dio su progenitor no tuvo perdón de nadie, ni siquiera de dios, con el rostro amoratado y la comisura del labio sangrando; llorando cual niño abandonado se encerró en su habitación.

Horas después huyó de casa, tomó toda su ropa de colores vistosos, también sus ahorros, los cuales eran para comprar un auto. Se lanzó por la ventana de su habitación, le importaba un demonio si se rompía los huesos tratando de escapar, sinceramente estar en el hospital con las piernas rotas era mejor que compartir casa con un ogro.

Y hora estaba junto a sus dos amigos riéndose de las formas raras que flotaban en el cielo, viendo como se deformaba el techo de aquella van en la que vivían. Con aquel misterioso parche que se colocaron en la lengua viajaban sin moverse; era psicodelia...

 Con aquel misterioso parche que se colocaron en la lengua viajaban sin moverse; era psicodelia

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Peace & Love [AU] [Jearco/Marujean]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora