Era clara su intención de tomar partido en este encuentro tan desafortunado. Apresuradamente se acercó a los aposentos y con violencia tomó a Alice por la muñeca robándola de mis brazos. grande fue mi sorpresa al ver los cabellos de mi amada alborotarse descontroladamente a causa de las fuertes bofetadas que su esposo le propinaba. eso solo acrecentó mi rabia, no soportaba lo que estaba viendo, deje que mis instintos tomara control e hice lo que mi bestialidad me ordenaba. Con tremenda rapidez me acerque al tocador y tome el abre cartas de mango dorado que yacía ahí. Sin ningún rastro de duda en mi mente, clave con fiereza aquella daga en el primer lugar que pude, rasgando así el brazo de aquel sujeto, lo que pasó después fueron solo repetidos intentos de alejar a mi amada de ese hombre mis manos iban y venían aun sujetando aquel filoso artefacto que se humedecía cada vez más con la sangre del conde, no puedo negar que sentía una enorme satisfacción al estar cometiendo un acto tan crudo pero esa sentimiento seso en el instante que mis furibundos ojos se encontraron con la aterrada mirada de Alice, solo en ese momento logré detenerme para así admirar aquella sangrienta escena, el Conde había quedado irreconocible, convertido en un despojo de carne y sangre deforme sobre el piso, solo atine a cubrir mi boca con mis manos aún manchadas con la vida de aquel villano.
Intenté acercarme a ella para calmar ese miedo, pero Alice retrocedió de inmediato y tiró de la sábana para cubrir su desnudez, aterrada y mortificada no paraba de preguntarme ¿qué había hecho?, las emociones en mi ser, no me hacían entender que ella no hablaba, gritaba desesperada. En poco tiempo los sirvientes aparecieron en la habitación y aquello se volvió un mar de desespero. Cuando el Duque apareció en ropa interior. Encolerizado, exigió saber que había sucedido en aquel sitio, de forma sabia guarde silencio y Alice, se inclinó a llorar a lo que quedaba de esposo. No entendía el porque lo hacía, ¿acaso lo quería más a él que a mi? Mi esposo llegó a cubrir mi cuerpo y me alejó mientras continuaba exigiendo una explicación, pero había enmudecido, ver a mi amada llorando por ese bastardo, me había destrozado, me había confundido.
Los funerales del Conde se realizaron en el jardín de Versalles, donde los Reyes estuvieron presentes, Alice, luciendo el luto, abrazaba a su huérfana hija, mientras yo, pasaba mis últimos días en una celda separada en la Bastilla, estaba segura que sería condenada a la guillotina, y ni siquiera podría despedirme de mi amada y pedirle perdón, también fui separada de mis hijos, la iglesia me había exiliado sin derecho a tener perdón por mis pecados, y mi familia estaba hundida en la vergüenza. Recuerdo la tarde en que mi esposo vino a visitarme para golpearme por la deshonra que era para la familia, dijo que se marcharía a Italia y se llevaría a los niños, para la familia había muerto, así que estaría sola en mi muerte y tampoco tendría sepultura digna.
A dos días de ser ejecutada mi sentencia, la puerta del calabozo se abrió, en aquella penumbra y desgracia, una sombra entró. Cuando la luz de antorcha que traía consigo me permitió ver, pude reconocer a Alice en traje de luto y con el broche que le había obsequiado en su cabello, por fin había venido a verme. Yo fui reacia a acercarme, estaba inmunda y ella tan hermosa como un ángel que presagiaba mi muerte, a pesar del olor y la porquería se acercó y me besó, lloró amargamente en mis brazos. Me derrumbe y de rodillas besé sus zapatos para suplicar perdón, ella tan comprensiva me hizo ponerme sobre la planta de los pies y me hizo tomar asiento. Me dijo que no tenia nada que perdonar, que ella hubiera actuado de igual forma si el Duque me tocaba, ella se disculpó por haber tenido miedo, por no haber hecho nada antes por mi y mi situación y por no poder evitar que me separaran de mis hijos. Alice también traía nuevas noticias, me había librado de la muerte, testificando a mi favor, en su declaración el Conde había entrado a la habitación y había intentado abusar de las dos, ante los golpes y el intento de mancillar mi honor, tomé el abrecartas y me defendí, eso me había librado de la guillotina, pero que debido a la magnitud de mis actos, Pasaría el resto de mis días encerrada. Tres golpes se escucharon en la puerta del calabozo, un hombre entró y dejó un poco de agua en un balde y me entregó un bulto de sabanas, dijo que era ropa limpia, y salió de aquel sitio. Alice me ayudó a lavar mi cuerpo y rostro, también dejó esa suave caricia en la marca que ahora llevaba en el brazo, la cual me marcaba como una asesina. Cuando termine de asearme, ella regresó a mis labios llorando, no quería dejarme ir, pero tampoco podía soportar una vida en la que yo estaba muerta. Con lágrimas en los ojos le pedí que recordara nuestros votos, aquel juramento de seguirla y encontrarla en el fin del mundo, ella, entre su desconsuelo, pedía que no olvidara los suyos, que siempre me estaría esperando. El guardia entró a la celda para llevarse a tirones a mi pequeño ángel, yo, solo gritaba en el interior de esa mazmorra.
Por la noche, mientras dormía, entraron a mi celda, me cubrieron el rostro y entre golpes perdí todo rastro de consciencia, al despertar, estaba en un carruaje de carga y definitivamente no estaba en Francia, llegaba a un sitio desconocido acompañada de otros presos que estaban siendo exiliados del país, todos llevábamos grilletes y cadenas, de alguna forma, encontraron como separarme de mi amor.
Desde ese momento, intenté tener noticias de ella, alguna alma piadosa que viajaba a París y pudiera darme noticias de mi hermosa mujer, durante un tiempo un viejo comerciante nos traía noticias de París, pero después de poco más de un año y medio de estar en esta pocilga, en París, estalló la Revolución y la mayoría de los nobles huyeron tratando de proteger su vida, entre ellos la viuda del Conde Lefebvre, esa fue la última noticia que pude tener de ella, de mi amor, de la mujer que conquistó mi vida y corazón. Hace unos meses, los nobles que cuidaban el fuerte donde estábamos presos fueron capturados y llevados de regreso a Francia para ser juzgados por sus actos, los cautivos fuimos liberados, pero ya era tarde para mi, la enfermedad había hecho estragos en mi cuerpo y ya estaba débil para viajar, así he sobrevivido hasta hoy.
Tengo la esperanza de verte una vez más, antes que mi cuerpo pierda toda fuerza y la fiebre me haga tener otras pocas alucinaciones, tengo la certeza que en algún sitio también estás buscándome, Quiero decirte que nunca te olvidé, que no me di por vencida tan fácil, que luché todo lo que pude por salir e ir a buscarte, y que si estás leyendo esto es porque no logré en esta vida mi objetivo.
Se que mi tiempo es cada vez menos y se también que por mas que anhele decirte mi sentir cara a cara, me temo mi amor, que será imposible. No quiero dejar que mis amargas lágrimas borren la tinta, no quiero que las memorias de nuestro amor se desvanezcan. Quizá no pueda volverte a tenerte en mis brazos y quizá estés demasiado lejos como para alcanzarme en mi lecho de muerte, quizá es mejor así, prefiero que me recuerdes como la primera vez, que recuerdes la vida en mi mirada. Porque yo no olvido ni olvidaré nuestro juramento, eres mi luz, mi guía, nuestras almas volverán a encontrarse, de eso estoy segura, tu esencia me guiará hasta volver a ti, en esta vida o en la otra, juro que no descansaré hasta que vuelva a encontrarte y estoy segura que en esa nueva vida, aún si el destino se burlará de nosotras y leyeras esta carta en cien o doscientos años tengas la certeza que es porque estoy cerca de regresar a tus brazos para que por fin podamos ser libres de amarnos, de ser felices, te prometo que esta vez nunca podrán volver a separarnos mi pequeño y dulce ángel.
Toujours et pour toujours
Alöis Armagnac
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N'oublie pas
Short StoryParis 1785, la historia de dos mujeres que se amaron en la época incorrecta, jurando llevar su amor a la siguiente vida, donde puedan amarse sin reservas.