➽ Los personajes de BNHA utilizados pertenecen a Kōhei Horikoshi.
➽ Las imágenes utilizadas en este libro tampoco me pertenecen. Crédito a sus respectivos autores.
➽ Portada y separadores kk hechos por mí :v
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Musutafu, o reino de "Los Nueve Guardianes", como se le conoce comúnmente, es un lugar que había pasado por muchas etapas hasta llegar a lo que es ahora. Ese apodo se debía a los hombres que habían sido líderes del ejército que intentaron mantener la libertad a estas tierras. Todos ellos compartieron una sagrada habilidad que solo podía ser poseída por aquellos de buen corazón y alma altruista, preocupados por el bienestar de los habitantes del pequeño lugar.
Luego de tantos casos de corrupción, guerras y tratados de paz fallidos, Midoriya Izuku, el noveno y actual guardián, salvó al reino y trajo la felicidad de vuelta después de veinte años. El rey Endeavor había sido derrocado y juzgado con pena de muerte, dejando en el trono a su descendiente más pequeño y el más querido por la población, Shōto.
Sin embargo, a pesar de la felicidad que relucía en los habitantes después de sentir la libertad, rumores empezaron a surgir después del cese de la usurpación del tirano. Según las personas, uno de los hijos desterrados de Endeavor, Tōya, se escabullía por el bosque que se encontraba al lado de Musutafu. Gracias a unas brujas, este usaba magia negra e intentaba entrar con el objetivo de asesinar al actual rey para tomar el trono.
Debido a estos cuentos, el ejército del palacio aumentó su seguridad y Shōto ordenó obstruir cada lugar de acceso en las que su hermano pudiera entrar. Nadie podía entrar y salir, a menos que sea de suma importancia.
Aun con esos cambios en la inmigración y emigración, la población agradecía a su nuevo rey por tantas buenas acciones y la preocupación que tenía hacia ellos después de todo ese sufrimiento, pues sus esperanzas eran casi inexistentes y solo les quedaba terminar acostumbrándose a tanta desgracia.
Cada vez que el peliverde pasaba por el reino, los habitantes se acercaban a él y le agradecían de todo corazón lo que había hecho, algunos le regalaban pequeñas cosas. Midoriya le gustaba que la gente sonriera y se sintiera libre nuevamente, pero no le parecía correcto aceptar algo que a ellos les había costado adquirir.
