Latidos

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Llovía sin cesar,  la tormenta era inclemente y su ruido era ensordecedor, era de esas tormentas tropicales que casi nunca vienen, pero cuando llegan duran toda la noche y logran preocupar hasta a los poetas más valientes. 

El servicio eléctrico tenía horas caído, seguramente algunas de las líneas estaba afectada por el inclemente clima, los árboles legendarios no eran rivales para una tormenta como esta.

Muy tarde en la noche, las velas ya estaban en sus últimos centímetros de vida, la cama había sido testigo del ocio de un hombre y una mujer sin servicio eléctrico,  wifi o internet, los teléfonos nunca sirven en esta clase de tormentas. 

Ella estaba ahí, desnuda, recién bañada, la fría noche y su deseo incontrolable de estar con su amante la tenía ahí, mientras dormía, ahí, en su pecho, él solo, en silencio, la observaba...

Cada hebra de su cabello, cada detalle de su rostro, cada pliegue de su piel, cada detalle de cada una de las texturas de su piel.

Su mano  indecisa, con mucho cuidado, tocaba cada centímetro de su espalda, a veces jugaba con su cabello, incluso a veces simplemente sostenía su mano, para el ese momento mágico, que lo tenía ahí satisfecho y despierto le hizo ver que él de verdad la amaba.

Él jamás pensó que podría sentirse cómodo y feliz teniendo a una mujer desnuda en sus brazos, él jamás había sentido ese sentimiento de protección, velar el sueño de su dama durante una tormenta que en ese momento la hacía perfecta.

Él sintió que ella estaba algo fría, sin moverse demasiado la cubrió y se cubrió junto con ella.

Ellos estaban ahí acostados, él velaba el sueño de una mujer que él sabía que era suya, Ella hasta ese momento era simplemente la chica con la que salía, era ese escape de la rutina, ese momento de pasión aleatorio a la semana, era esa llamada del viernes en la mañana de que haremos el fin de semana, él pensaba y pensaba, se dió cuenta que solo salía con ella, que solo la besaba a ella, que solo soñaba con ella...

La lluvia seguía inclemente, incansable, los rayos iluminaban la habitación y ella lo abrazaba con fuerza cuando el sonido de los truenos la asustaban, él no quería dormir para estar ahí por si ella despertaba.

Él trataba de buscar en su mente desde cuando salía con ella, pero todo fue tan perfecto que él no se dió cuenta, ella se había ganado casi todos sus espacios, ella era su vida y su momento, el quería que ella siempre fuera ella, el se dió cuenta que de verdad la amaba, gracias a ese momento de silencio.

Él sonrió, dijo en voz baja, "hasta ahora me doy cuenta que te amo", ella sonrió y dijo "yo siempre lo supe"...

Él se sorprendió, la observó, ella volvió a dormirse al instante, pero no podía evitar tener esa sonrisa de picardía, porque ella estaba ahí jugando a que estaba dormida, porque no quería soltar al amor de su vida, no quería perder este único y hermoso momento, en el que ellos estaban ahí desnudos, teniéndose solo uno al otro, disfrutando del simple placer de la hermosa compañía, ella no podía perder la oportunidad de disfrutar una vez más de sus latidos...




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