En una parte de Hasetsu, donde había una casa muy acogedora con dos habitaciones sonó un despertador desde muy temprano en la mañana, luego de un increíble fin de semana para un ruso con su hija, pero como siempre, existen los lunes para arruinarlo todo. Unos pasitos lentos de una pequeña cruzaron el pasillo hasta llegar a la habitación de su amado padre, quien yacía dormido a pesar de tener aquel ruidoso sonido de campana sonando a su costado.
— ¡Papi! Dijiste que hoy me llevarías a la escuela... —mencionaba la pequeña mientras sacudía el cuerpo de su padre.
La pequeña Daria ya tenía la edad suficiente para entrar a un jardín de niños en Japón, aunque para un padre sobreprotector es difícil dejar ir a su pequeño retoño, con quien pasaba las 24 horas del día, ya que aquel par era inseparable. El albino trabajaba en una oficina cerca al centro de la ciudad cuyos trabajadores eran de su misma nacionalidad y estaba muy agradecido con que su jefe le dejara trabajar con su hija cerca, pero los años pasaban y ya era hora de dejar que la pequeña mariposita volara por su cuenta.
— 5 minutos más... —suplicaba el señor Nikiforov, estaba verdaderamente cansado y somnoliento.
— Papi, por favor... — mencionaba la pequeña entre risitas.
A pesar de su nacionalidad, la niña hablaba un japonés perfecto, ya que su padre se lo había enseñado pues no quería que Daria supiera nada de Rusia, ni siquiera el idioma. Literalmente odiaba su país, su familia, su ex-pareja, tenía tantos malos recuerdos de allá que mejor era olvidarlo.
Nació justo en fechas de Navidad en Saint Petersburgo, sus padres nunca estaban con él desde muy niño ya que siempre se la pasaban trabajando en su empresa, por lo que eran muy adinerados. Sin embargo, su infancia se la pasó con los sirvientes de la casa. Al entrar a la adolescencia le dieron ataques de rebeldía por lo que decidió mantener el cabello largo, ya que sabía que sus padres le tomarían más atención si los desobedecía. Al cumplir los 17 años conoció a un chico ruso omega de cabello negro y ojos azules, eran mejores amigos y siempre se la pasaban en la mansión de los Nikiforov. No obstante, el alpha se había dado cuenta que ya no veía al chico como un mejor amigo sino como algo más y para su buena suerte el sentimiento era compartido, pero justo cuando se estaban dando su primer beso los padres de Viktor aparecieron en la habitación y casi les da un ataque. El señor echó al muchacho de su casa y golpeó a su hijo diciendo que su gusto al ballet y ese cabello largo tenían algo escondido, le dijo que lo volvería hombre así sea a las malas, por lo que le cortó el cabello y le prohibió salir.
Los señores para evitar que su hijo tuviera ciertos encuentros en la escuela le pusieron una tutora personal, la mujer beta había quedado encantada con la belleza del muchacho y trataba de seducirlo, a pesar que él sólo pensaba en estudiar para mantener a sus padres felices. A la edad de 22 años, se graduó de la universidad y tenía en claro que sus gustos no eran normales a los ojos de sus padres, por lo que nunca más tuvo pensamientos amorosos con nadie. Pasó 2 años trabajando en la empresa de sus padres, cuando lo obligaron a tener una relación forzada con una chica omega llamada Yulia, aquella alianza dejaría un heredero (por lo que todos esperaban que fuera varón y a la vez alpha) y así unir las empresas. Tras la convivencia de meses y la presión de sus padres, bajo los efectos del alcohol mantuvo relaciones sexuales con la mujer y ella quedó embarazada. Asimismo, cuando nació niña nadie de la familia estuvo feliz, por lo que pensaron en el nacimiento de otro niño. No obstante, Viktor cogió a su hija y huyó del departamento donde convivía con su "novia", a su vez escapó del país, con todo su dinero juntado en su propia cuenta pudo sobrevivir en el extranjero. Su idea era un pueblo de Japón, ya que le habían dicho que era tranquilo y que sí existía trabajo, por lo que se quedó en un lugar llamado Hasetsu. Aquí cuidó a su hija con todo el amor que nunca había recibido en su niñez.
— Bien, tú ganas, vamos a tu bendita escuela... —
La albina fue cargada por su padre y llevada a su habitación, mientras caminaba le daba muchos besos en la mejilla.
— Haces cosquillas... —decía entre risitas la niña.
— ¿Por qué mi bebé tiene que crecer? Te hubieras quedado pequeñita para cuidarte para siempre...—
Ambos habían formado un lazo demasiado fuerte por el tiempo que habían convivido, tanto así que le era pesado el no ver a su hija por tantas horas, aunque tenía que acostumbrarse.
Sacó la ropa de la pequeña y se la colocó despacio como siempre lo hacía, siempre había tenido respeto hacia el cuerpo de una mujercita, la cuidaba y protegía de cualquier cosa que pudiera dañarla. Luego de cepillarle el cabello y dejarle tomando su leche con fresa como todas las mañanas, el padre se vistió para luego de dejar a su niña en la escuela e irse a la oficina.
El alpha cogió las llaves de su auto y sentó a la niña en la parte de atrás, abrochándole bien el cinturón y manejando en dirección a la única escuela inicial y primaria de la ciudad.
— ¿Emocionada por el primer día pequeña mounstro? —
— Claro que sí... —un destello se formaba en los ojos celestes de la pequeña— pero también tengo algo de miedo a cómo van a verme los demás...—
Lo que sí llamaba mucho la atención de ambos era su cabello, color de piel y de ojos, ya que en Japón no existe la costumbre de ver gente así, por lo que siempre que salían ya les estaban mirando o preguntando de dónde eran.
— Me dijeron que te toca con el profesor Katsuki, y dicen que es muy bueno y cariñoso con los niños, a parte de que hablaré con él para que en el aula eviten hablar de ciertos temas de los que preferimos no mencionar en la casa —
Temas como el albinismo y la falta de una madre para la niña eran cosas para no mencionar sobre todo para que Daria no se sintiera mal en ningún aspecto, aún así la niña se identificaba mucho con la princesa de cabello blanco de Disney.
Una vez llegado a la escuela, el mayor bajó del auto y cargó a su pequeña junto a la mochila, para dirigirse al salón que le tocaba, y como era de esperarse, varias miradas se posaban en la niña recién llegada.
A lo lejos el ruso pudo ver la figura delgada y fina de un joven de cabello negro que llevaba un delantal verde con un broche en forma de gusano, tal vez eso explicaba de que como eran los niños más pequeños estaban aún en nivel "gusano" antes de ser unas mariposas, además de que el azabache era muy alegre y se veía cómo hacía entrar a los pequeños al aula de clases.
— Buenos días maestro disculpe, soy el papá de Daria Nikiforov y me dijeron que aquí era su salón... ¿Usted es el profesor Katsuki? —
Apenas cuando el papá terminó de hablar, la niña sonrió y saludaba con la mano al japonés que estaba delante de ellos.
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¿Ella es más importante que todas las personas que te amamos?
RomanceViktor Nikiforov, un alpha soltero con una hija a la que ama más que a su vida que emigra a un país que no es suyo por problemas en su casa. Yuuri Katsuki, un omega cuya pasión es amar y proteger a los niños en su trabajo como maestro. Dos almas que...