Name |Parte 1|

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Di mi nombre

La mujer sonrió con malicia sentada sobre una silla con decoraciones de oro y preciosas piedras incrustadas; alzó el mentón en forma de superioridad.

El viento soplaba con suavidad, entrando por el gran ventanal una calidad brisa. El sonido de las olas tronando hacían del ambiente uno agradable; aquella magestuosa silla quedaba frente al balcón teniendo así una vista envidiable de la playa.

Ella hacía unos momentos miraba con fascinación el mar al que hacía años se lo habían privado, suspiro al imaginarse la arena en sus descalzos pies, aquella fantasía la reconfortó.

Sus fantasías fueron interrumpidas por dos ligeros toques en la colosal puerta de cedro. Acomodó su fina vestimenta; su corazón se aceleró por un momento.

Al final había dado con él. Intentó tranquilizarse y luego dió la orden para que entrarán con el preciado paquete que había buscado por años.

Los hombres vestidos de negro arrojaron a sus pies a quién había mandado traer; se sorprendió por el estado en que había llegado, sucio, olorosa, muy distinto a la última vez en que lo había visto.

Tal y como había imaginado.

— Fuera — habló con frialdad — ¡Ahora!

Y la habitación quedó sumida en el silencio, dejando únicamente a la mujer de finas prendas y al sucio hombre.

Se levantó de aquel asiento que había mandado hacer hacía unos meses, se acercó a una pequeña mesa a un costado de la silla, en la cual había una bandeja plateada llena de chocolates. Tomó uno con suma elegancia.

— ¿Se te apetece uno?— preguntó mirándolo con despreció. Él no respondió, solo le gruñó.

Ella afiló su mirada, dejó el chocolate en la bandeja y luego tomó al hombre por el pelo haciéndolo enderezar por la brusca manera en que tiró de él.

Él paso saliva conteniendo su ira.

— Di mi nombre, escoria — habló con veneno la mujer — ¡Te he dicho que digas mi nombre! — le gritó.

A respuesta, el chico le escupió en el rostro. Hizo una mueca de desagrado, su rostro tomó una aura oscura.

No volvería a dejar que la pisará de nuevo, no iba permitirse que él la volviera a humillar, no volvería a ser tratada como basura. Nunca. Haría notar su poder, el odio que le tiene.

Lo azotó con suelo con fuerza, una y otra y otra y otra vez parando hasta que de su frente comenzó a escurrir la sangre. Lo soltó y se levantó por un pañuelo limpiando sus manos y cara. Miró hacia el balcón, se estaba formado un hermoso crepúsculo sobre el mar. Sonrió.

Volvió a dirigirse al hombre arrodillándose frente a él, su cara esta cubierto por la sangre que emanaba del frontal.

— ¿Sabes? Nunca hubiera conseguido todo esto de no ser por ti. Solo mira al tu alrededor, estoy rodeada de riquezas, me he convertido en su "reina" y todo gracias a ti.

— Eres una mierda — dijo entrecortado.

— Oh no, eso no. Yo no soy quien está vencida, de rodillas, sangrando y cubierta de mierda... Mírame bien, soy a quién tienes que implorar por tu vida. Ahora soy yo quien tiene el poder — dijo gélido.

— Nunca lo haré, y menos a ti, mocosa — respondió de la misma manera sin apartar la mirada.

Entonces fue que se percató de algo, seguía siendo frágil en el interior, aún había un poco de inocencia y bondad. Solo buscaba protegerse así misma. Desvío la mirada algo relajado.

One - Shots | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora