Capitulo 7

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La calma regresaba lentamente estabilizándola. Volvía a ser dueña de su cuerpo y mente.

No podía negar el placer que había experimentado hace unos momentos, pues fue la mejor experiencia sensorial que hubiera conocido en sus veinticuatro años de vida. Ese hombre le hacía sentir cosas que la confundían totalmente.

Entre sus brazos conoció el placer por primera vez y deseaba repetirlo, pero se sentía agotada, el roce delicado de sus manos gruesas sobre ella la tenía al límite de la locura y en ese momento, aunque estaba cómoda, se encontraba nerviosa ya que él estaba abrazándola intimimamente mientras permanecía completamente pegado a su pelvis por entre sus piernas abiertas. La apretaba poco a poco como evitando que se escapara, aunque a ella no le gustaba un poco su posesión tan dominante entendía que su reacción era preventiva a como ella pudiera reaccionar tras lo sucedido.

Sin embargo, aún así quería alejarse, necesitaba pensar en lo que acababa de ocurrir y el estar junto a él la desconcertaba y no le permitía pensar coherentemente.

En cuanto al él, sabia que había perdido el control...

Minutos antes Aaron solo quería examinarla, sin embargo se le había ido de las manos aquel chequeo particular.

Ella era demasiado hermosa y seductora sin esforzarse o pretender serlo, su cuerpo era delicado y torneado aunque muy delgado, cada ligera curva y centímetro de piel sedosa estaba diseñado para ser tocado solo por manos expertas, al menos eso afirmaba él observando el traje que resguardada aquel cuerpo que poco pudo apreciar en el pasado.

El traje se le ajustaba como una segunda piel y eso lo había excitado demasiado, la imaginó sin ese uniforme y sintió como se endurecía nuevamente.

Lo que ambos acababan de hacer fue maravilloso.

Aarón nunca experimentó un clímax tan intenso con alguna mujer a como lo había sentido con luz. Eso lo maravilló todavía más, se había corrido en el interior de su ropa como un adolescente y aunque no se hallaba apenado si que le incomodaba la sensación pegajosa de su semilla corriendo por sus piernas, necesitaba cambiarse, pero no quería dejarla. Su aroma era embriagador y la calidez que emanaba lo calmaba completamente.

No obstante debían hablar.

Él no había pretendido llevar a cabo ese acto pero por como reacción a su toque, su mente se descontrolo y algo le impidió detenerse.

Era como si estuviera actuando sin consentimiento pero experimentando placer a la vez.

No lo comprendía...

Él quería que ella lo aceptara y que pudiera llegar a quererlo como él la quería, así que ante el silencio de ambos decidió ser el primero en hablar.

- Mi ángel, quédate conmigo. - Susurró pausado a su oído.- No me alejes por favor, no lo soportaría...

Su voz era muy varonil y profunda, eso le encantaba a Luz, las palabras de halago que le dedicaba la hacían sentir especial.

Aunque después de lo que habían compartido no sabía cómo pensar sobre él.

Se separó para poder observarlo y notó que su mirada era sincera, siempre había sido muy fácil leer las emociones de las personas y detectar si mentían o no con solo observas sus ojos, asi que supo que él tenía emociones fuertes hacia ella pero Luz no sabía si podía corresponderle. Quería llorar, después de tanto tiempo reprimiendo sus lagrimas, ese acto se volvía incontenible ahora y por algún motivo ajeno a su voluntad no podía contenerse más. El mar de llanto que se avecinaba, provocado por aquel besó dursnte su encierro en CIPA antes de ser liberada, le resultaba casi imposible seguir evitandolo o deteniendo en su interior. Ese simple gesto desequilibró el control sobre sus emociones tras tantos años de auto ordenarse no quebrarse, pero él tenía una extraña i fluencia en ella que la atemorizaba y haciendo uso del poco control que le quedaba para contener sus lágrimas, intentó bajarse de la mesa y poner distancia entre ambos, pero al no poder alejarlo comprendió que no se lo permitiría.

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