El lago Roosevelt

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Había una vez una hermosa doncella de clase media, la cual parecía tener una vida digna y feliz. A los ojos de toda la gente del pueblo contaba con una vida perfecta, una buena familia, techo, educación, amigos, belleza y simpatía. La doncella contaba con una hermosa cabellera negra, unos ojos cafés con un brillo inigualable y una tez color canela. A pesar de todas esas virtudes, la hermosa joven envidiaba a las princesas del reino, envidiaba sus vestidos, su cabello de oro, ojos azules, y la forma de vida que llevaban.

Justo en el castillo en el que tanta animosidad expresaba, la princesa Samantha, estaba a punto de casarse con el futuro rey del reino vecino, un hombre déspota, controlador, y mucho mayor que ella. Ella quería gobernar su reino, sin embargo, su padre no quería que el pueblo quedara en manos de una mujer.

Un día, Rebecca, la bella doncella, salía del mercado como era de costumbre, los mismos puestos y el mismo ruido, pero algo en particular llamo su atención, acaso...mmm ese puesto definitivamente no era familiar, ¿de qué será?, ¿frutas?, ¿alfarería?, en lugar de seguir su camino y quedarse con la duda prefirió entrar. Este definitivamente no tenía una apariencia común, con un estilo pintoresco y extraño. Había múltiples cortinas al pasar, y en su recorrido logró observar velas e imágenes desconocidas para ella.

-¿Hola?, ¿hay alguien aquí?­-exclamó la doncella

-pasa querida, el destino te ha llevado hasta aquí, veamos...mmm...pero vaya que no te gusta la vida que llevas.

-¿usted como sabe eso?, ¿usted es una bruja?, porque las brujas están prohibidas en este reino y...

-tranquila hija...yo no preferiría llamar a mi profesión con un título tan bajo, soy una tarotista y a la vez practico la clarividencia.

-¿podría ver mi futuro?

-el futuro es completamente incierto, pero te podría ayudar al llevar un rumbo seguro, a lo que tu más deseas, ser una princesa.

-¿enserio?, ¿usted me convertirá en princesa?

-convertir es una palabra fuerte pequeña...más bien que seas, que seas otra persona. ¿Te gustaría convertirte en la princesa Samantha?

-¡¿podría hacer eso?!- exclama muy emocionada

-yo no, pero algo más si, nada más y nada menos que el lago Roosevelt?

-jamás había escuchado hablar de él...

-queda a las afueras del pueblo, casi en frontera con el reino vecino., todo lo que tendrás que hacer allí es meterte con la persona con la que desees intercambiar el cuerpo.

-¿solo ese costo?

-justo iba a llegar a esa parte, nadie en la humanidad se ha atrevido, es el costo más grande en el mundo., al estar en el lago, tendrás que traer el objeto más preciado de la persona que más amas, solo que esa persona tendría que estar muerta. Al igual que tu objeto más preciado en el cuello de la persona a intercambiar.

Rebecca se quedó pensativa, tenía la gran oportunidad de cambiar la vida que odiaba a diario, y la cambiaría sin importar el costo. Pero ella no tenía un ser amado, sus padres no les importaban, trabajaban y ella se quedaba a cuidar a su hermana menor...un momento, ¿sería capaz de sacrificar al familiar que más amor le daba?

Sin importarle nada y ni pensarlo dos veces llegó a su casa y preparó la bañera.

-Cynthia es hora del baño

-voy hermanita-dijo la pequeña niña-por cierto que linda te ves hoy

-gracias princesa, vamos métete.

Tantos pensamientos rondaban en su mente, pero la avaricia y el egoísmo reinaron es sus malvados deseos, quedando atrás la humildad con la que había sido educada. Todo pasó tan rápido que ni siquiera dándose cuenta la pequeña niña, había dejado de respirar. Sin el más mínimo remordimiento corrió hacia su cuarto y agarró la muñeca favorita de su hermana y su collar de perlas favorito.

No sabía qué hacer, solo pensó huir, en su huida, se topó con que la princesa estaba siendo raptada, la subieron en una carreta dirigiéndose al castillo del rey Frausto, la doncella quiso aprovechar su mejor oportunidad y fue directamente al castillo a avisar al rey. Rápidamente el rey y sus hombres fueron a auxiliar a la princesa, la princesa venía golpeada, pero eso no le quitó las fuerzas para intentar escapar una vez más. Saltó de carruaje y empezó a correr a donde no la pudieran encontrar, mientras que Rebecca salió del carruaje a auxiliarla mientras su padre, el rey, y sus hombres enfrentaban a los secuestradores.

En su desesperación, la princesa tropezó cayendo frente a frente con nada más y nada menos que con la doncella.

-¿por qué está en tan malas condiciones mi princesa?

-fui raptada por los hombres del rey Frausto, después de haber cancelado mi compromiso.

-vaya que la han dejado mal herida, venga sígame.

Y se dirigieron al lago

-Venga princesa, por aquí, le lavaré sus heridas

-gracias

-no hay de que...vaya vida que tiene princesa, incline su cabeza al lago para lavarle la sangre

En ese momento la doncella aprovecho para ponerle su collar, y la tiró al lago

-perdón princesa, ¡fue un accidente!

-¡auxilio! ¡No sé nadar!

-no se preocupe princesa-la doncella se mete al lago

Absolutamente nada sucedió, ¿que habrá pasado?

-¿qué te pasa? ¿Por qué me pusiste esto?- le dijo la princesa a la doncella

La doncella se quedó perpleja, es ese momento un destello verde iluminó el cielo y un susurró se oyó con las palabras:

-Elegiste mal tu destino, tú no amas a nadie, que cosa más amarga mirar la felicidad a través de los ojos de alguien más.

Y en ese momento el lago empezó a absorber a la doncella dejándola desterrada al fondo del lago, mientras que la princesa huyó para tener un vida próspera y común.

El lago rooseveltWhere stories live. Discover now