Capítulo 4: Joanne y Margo

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El resonar de las pisadas rompían el tranquilo silencio que reinaba en la cámara del patriarca. Así como el ligero brillo que desprendía la armadura de oro del custodio de la novena casa; su andar era tranquilo, admiraba su alrededor notando todo el cambio durante los últimos años, en los cuales no estuvo presente.

Era... Demasiado nostálgico, tantos recuerdos que quedaron ocultos a lo largo de las doce casas, como él y Saga instruían a los más jóvenes que curiosamente, ahora el menor de la orden era él.

-¡Aioros! -reconoció la voz de quien se suponía lo sucedería, sin embargo con la condición de Pegaso no seria posible

-Seiya, hola... -giró su cuerpo, permitiendo que el castaño entrará en su campo de visión. -Perdona mi tardanza, es solo que han cambiado tantas cosas...

Soltó un suspiro, sobando su cuello con su mano, un tanto incómodo. Su hermano menor le había contado sobre los esfuerzos de Pegaso, sobre todo de las ganas de volverse un caballero de oro, sin duda no era justo que llegara el a quitarle lo que por derecho le pertenecía, el ya había muerto y todo acuerdo que había tenido había terminado con ella.

Eso incluye el ser un caballero, pero los deseos de proteger aun estaban latentes, así que no dudo en retomar su lugar como caballero. Pero al ir conviviendo con Aioria, quien ahora se creía el mayor, comenzó a cuestionarse si tomo la decisión correcta.

-No te preocupes Aioros, es normal, estuviste alejado del santuario por mas tiempo
-el castaño movilizó su silla, cambiando de dirección.
-¿Qué te parece una carrera al trono del patriarca?

Una sonrisa juguetona se poso en los labios del menor, para después moverse en la silla con una maestría envidiable. Tanto que ni siquiera dejo reaccionar al arquero, quien lo perdió de vista rápidamente.

-¡E-Espera! -exclamó para correr tras el japonés.

Llego a la cámara del patriarca tratando de retomar el aliento, y no paraba de preguntarse como es que lo hacia. Pero parece que nada, ni siquiera una silla de ruedas era capaz de detener al joven Pegaso, y se sintió orgulloso, esperaba fervientemente la recuperación de este, deseaba probar con sus propios puños la fuerza de ese joven extranjero.

A pesar de que aquellas ilusiones fueran rotas al momento de cruzar las puertas...

...

Siguió a la de cabellos lilas, mientras que a su lado iban los caballeros de bronce, exceptuando a Pegaso, quien se había retirado a Rodorio con su hermana mayor. Aun estaba un poco confuso por la decisión de este último, pero si era lo que quería entonces no iba a detenerlo, aun mas cuando a veces pensaba en lo mismo.

-Les agradezco que quieran acompañarme en el viaje chicos. -mencionó la muchacha, para sujetar los papeles que llevaba en mano. -Aunque estaré ocupada negociando con la universidad, así que por favor, diviértanse por mi, ¿De acuerdo?

Se giro a ver a los cinco santos a su espalda, con una bella sonrisa en su rostro, aunque sus orbes esmeralda revelaban un deje de tristeza. Todos devolvieron la sonrisa, aunque Aioros notó el extraño ambiente, no tardó en darse cuenta de la incomodidad de los jóvenes de bronce y no pudo evitar pensar que ellos creían que trataba de tomar el lugar de Seiya.

Bajo la cabeza con algo de vergüenza, sin embargo le había prometido que cuidaría de Athena en su lugar en ese viaje, así que por el momento no haría nada, pero una vez que cruzaran las puertas del Jet, se aseguraría de aclarar ese mal entendido. Además aprovecharía ese viaje a México para comprarle regalos al pe... a Aioria, aun recordaba un par de misiones en las que lo llevo con el y admitía que le encantaba comprarle recuerdos a cada lugar al que iban, sonrió al recordar que su querido hermanito ya era todo un adulto, pero en su interior se lamentaba haber abandonado al león a su suerte.

⛥𝐺𝑜𝑙𝑑 𝐻𝑒𝑖𝑟𝑠⛥ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora