Capítulo 10.

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Todos guardaron silencio, expectantes.

Aragorn había depositado suavemente el antídoto entre los labios manchados de sangre de Legolas. El elfo lo había tragado apenas, pero no se movía.

Aragorn le acarició una de sus pálidas mejillas. Su expresión facial estaba teñida de clara desesperación.

—Por favor...Legolas...

Nada. Solo el silencio apenas roto por el ruido de los corazones de los presentes agrietandose.

Gimli se acercó. Se veía muy afectado. Puso una mano en el hombro de Aragorn con intención de reconfortarlo.

Entonces...

En una exhalación, Legolas abrió los ojos y se inclinó hacia adelante, tosiendo.

Todos desviaron la vista del suelo hacia a Legolas, atónitos.

Aragorn, por su parte, salió rápido de su estupor para ayudar a Legolas. Le sobó la espalda y luego le limpio todo rastro de sangre, al menos de los labios.

—Maldito elfo— masculló Gimli—. Casi me matas del susto.

Pero Legolas solo podía prestarle atención a los preciosos ojos de Aragorn, que lo miraban como si tratara de un milagro. Y tal vez así era.

Se miraban a los ojos sin articular palabra, aun con el miedo en los ojos de Aragorn de perder a la persona que- ahora estaba seguro- más amaba de toda la tierra media. Y del universo, si era preciso.

Legolas había recuperado el color natural de su piel y, omitiendo la sangre en ropa, cualquiera podría afirmar que el elfo nunca había estado al borde de la muerte. Se encontraba algo cansado, pero nada más.

Al final, Legolas decidió romper su agradable silencio:

—Gracias por salv...

—Te amo— lo interrumpió Aragorn, tan de golpe que Legolas tardó un momento en reaccionar.

—¿Ah?

Aragorn le sonrió.

—Te amo, Legolas.

No era una alucinación. No, de verdad Aragorn había dicho frente a todos y sin tapujos que le amaba.

Un elfo no se sonroja nunca, esta fue la excepción.

—¿No dirás nada, elfo idiota?— la voz de Gimli mofandose de él lo trajo de vuelta a la realidad.

—Yo...— respiró profundo y juntó sus manos con las del antiguo montaraz. Por primera vez, se permitió se un poco egoísta y disfrutar este momento que tanto había
anhelado—. También te amo, Aragorn. Gracias.

Aragorn se inclinó hacia Legolas. El elfo al principio retrocedió un poco con cierta timidez, pero luego se dejó llevar, inclinándose hacia adelante también.

Sus labios se unieron al fin.

....

—¡Al fin!— exclamó Gimli al verlos besarse.

Finalmente se separaron. Aragorn le dio un beso a Legolas en la punta de nariz.

—No es por interrumpir el momento, pero deberíamos irnos— avisó Eowyn, mirando hacia el techo de roca, arriba—. Este lugar va a caerse en cualquier momento.

Todos asintieron. Argorn le extendió una mano a Legolas, ayudandole a ponerse de pie.

Mientras, detrás de ellos, Arwen evitó las lágrimas y sonrió abiertamente. Un solo golpe en su corazón le dijo las cosas claras, pero estaba bien... Así...Así debía...

Pero entonces la dama elfica reparó en algo. El hechicero agonizante había alzado una lanza con su magia y apuntaba directo hacia Aragorn. La lanzó.

—¡Aragorn!— intentó avisarle, pero la lanza ya iba hacia él a gran velocidad.

Aragorn apenas volteó.

No había forma de que la esquivara a tiempo.

....

Un grito. Mucha sangre. El sonido de un cuerpo cayendo al suelo. El hechicero ya muerto.

Todo había sucedido demasiado rápido. Legolas apenas alcanzó a procesar lo que veía.

—¡Arwen!

La dama elfica se interpuso en la trayectoria de la lanza, siendo atravesada por ella de forma directa.

—No...— Aragorn tardó un poco más en reaccionar, atónito. Pero apenas lo logró corrió hacia ella.

Legolas había puesto como pudo la cabeza de Arwen sobre sus rodillas. La sangre manaba de la herida a borbotones. Arwen jadeaba y escupía sangre, sus ojos abiertos y casi desorbitados.

No había forma de salvarla.

Legolas le tomó una mano y acarició su cabello. Aragorn tomó la palabra.

—Arwen, Arwen— tragó saliva—.¿Por qué?

—Era...Era mi...t-t-turn...o— ella intenta sonreírle, pero es en vano—.Tu...mereces...mereces...mer...

Y ahí se apago. La mirada se le perdió en un punto distante del lugar. Soltó la mano de Legolas, que apretaba con fuerza. Una última exhalación. Eso fue todo.

Arwen se había ido.

....

Luego, Gandalf les contaría que ella iba a irse de todas formas, convertida en un alma en pena.

Eso no hizo a nadie sentir mejor.

El viaje fue silencioso, largo y triste. Sin embargo, aún trastocados por lo sucedido, Aragorn y Legolas no se soltaron la mano en todo el camino de regreso.

....

Boom

Yo les avise que alguien moriría, y aquí está.

Este es el último capítulo de la historia, pero no se preocupen, aún queda que publique el epílogo, donde tendrán momentos Aralas de sobra.

Probablemente publiqué el epílogo mañana, así que preparense.

Espero les haya gustado esta historia, aunque no diré mucho, porque el cierre va en el epílogo.

Se les quiere❤

Veneno Mortal | Aralas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora