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Capítulo treinta y uno:
Un adiós disfrazado de un hasta luego
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Estaba aún en el aula. Era martes y ese día tenía una agotadora jornada. Era la hora de la comida y mis alumnos habían tomados sus loncheras y se habían encaminado, completamente hambrientos, hacia el comedor del establecimiento. Con pesar, a mí me había tocado quedarme ahí comiendo una barra de cereal junto a una botella de agua. Estaba revisando unos exámenes y trabajos que debía ingresar al sistema antes de las tres de la tarde. Ya me había mentalizado que, lo más seguro, me iba a tocar almorzar y cenar al mismo tiempo cuando llegase a casa.
Estaba concentrado en la pantalla de mi laptop comprobando, en el mismo instante, que los números dibujados con plumón rojo sobre el papel, fuesen los correctos digitalizados en el sistema online de la institución primaria. Entonces fui distraído. Mi teléfono vibró y yo me sobre exalté. Me levanté del asiento tomando mi bolso para rebuscar el aparato olvidado en el interior. Cuando lo encontré, mi vista viajó hacia la puerta donde el hombre con ropa deportiva estaba parado mirándome divertido.
—Hey, guapo. ¿Vas a almorzar?
—Estoy ocupado—lo ignoré mirando la pantalla del celular completamente absorto al descubrir el lugar desde donde provenía dicho número desconocido—. Me llaman desde Osaka—murmuré pensativo.
—¿Y qué estás esperando? Contesta rápido—dijo en tono entusiasta con un deje de preocupación tatuado en sus facciones. Lo miré quitándome los anteojos con palpable nerviosismo mientras me colocaba el teléfono en mi oreja oyendo a través del auricular a una mujer. Kaolu se acercó a mi escritorio mientras respondía con monosílabos hacia el otro lado de la línea. El profesor, inquieto, me miraba expectante para que cortara la llamada de una vez y le contara los pormenores de aquel reciente contacto.
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Aquella mañana siguiente no trabajaba hasta las dos de la tarde, por ende, me fui directo a la casa de mi abuela; donde actualmente, habitaban mis hermanas menores.
Me sentía más en confianza. El acudir ahí, en un inicio, había sido algo difícil. Me pasé tenso toda mi estadía pensando que en cualquier momento Kiyoharu aparecería para sacarme a patadas, literalmente, de su morada; la cual por obvias razones no le pertenecía.
Pero, al darme cuenta que el hombre no estaba gran parte del día por un trabajo nuevo que había tomado, me comencé a relajar y a darme cuenta que estaba pisando ese suelo de forma habitual, así como lo hacía cuando estaba terminando mi adolescencia hace más de siete años.
Jamás creí que aquel momento volvería a pasar, pero acá estaba acariciando con la suela de mis zapatos los gastados adoquines que alguna vez fueron rojos. Mi antigua casa estaba ajada, quizá un poco mal cuidada. El césped estaba quemado en algunas zonas por el sol y el frío invierno. Los tulipanes que mi abuela cuidaba con esmero en un pequeño jardín bajo las dos ventanas laterales del frente, ya no se encontraban. Aquella casa que me perteneció, era de otras personas definitivamente.
Kathy salió a recibirme. La saludé observando como se veía algo agitada. Al parecer estaba atrasada. Tomó algunas de sus pertenencias situadas sobre un mueble apegado a la pared y, corriendo, se despidió murmurando que ya se le había hecho muy tarde y que, al parecer, no iba a llegar a su primera clase. Le sonreí viendo como tomaba el pomo de la puerta al mismo tiempo que se despedía a gritos de su hermana quien, por el alboroto, terminó asomándose hacia aquella ala abierta del exterior de su cuarto. Venía junto con la pequeña en brazos y un rostro cansado acuestas. Dejé mis pertenencias sobre un pequeño sofá una vez que la apresurada universitaria cerró la puerta.
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Vinculados [Reituki]
FanfictionUna familia intenta convivir amenamente a pesar de las constantes disputas, pero esta termina desglosándose tras la confesión a gritos de un suceso relevante para la pareja conviviente. El hijo es echado de casa. El padrastro, el único inocente de...