Después de hablar con Beti, tras su almuerzo, no se encontraba cansado pero sí excitado con el asesinato de su vecino, escuchó las noticias pero no oyó nada sobre el caso. Sabiendo que Beti había enviado la grabación al inspector de policía se sentía más relajado. No le apetecía acostarse como de costumbre. Quería empezar a leer el primer episodio del manuscrito. Abrió el sobre. En él se encontraba un CD-ROM que llevó al despacho, lo guardó en unos de los cajones. Volvió al salón y se sentó en el sillón para iniciar la lectura. Encuadernado con canutillo de plástico, en dos tomos, facilitando la lectura de las cuatrocientas veinte páginas. Idénticos, sólo los diferenciaba con números romanos I y II.
Para no ser molestado seguía un ritual: se sentaba en el sillón que utilizaba para leer, una tenue luz, que direccionaba a su gusto, enfocando mejor la lectura. Cerraba ventanas y puertas, aislado del ruido, apagaba el móvil. Cogió el volumen I, Escrito en letras grandes, "MI VIDA", debajo entre paréntesis “título provisional”. Con sigilo lo abrió, se encontró con el primer episodio.
DE SEPTIEMBRE 1956 A AGOSTO 1967
MIS RECUERDOS DE INFANCIA.
He nacido en una familia de militares.
Mi padre, José Luis Roldán nació en Toledo (España) en el año 1926. Mi abuelo militar. En la contienda, luchó en el bando de los republicanos, circunstancia que hizo que su familia tuviera que cruzar el charco en 1938, contaba sólo doce años. Un hermano de su padre vivía en Uruguay, se fueron a ese país. Se crio en un régimen muy severo, siempre rodeado de militares, nació para eso, le gustaba la disciplina. Con dieciocho años por voluntad propia ingresó en el ejército, quería hacer carrera. A los veintidós lo destinaron a la ciudad de Maldonado. Después de diez años viviendo en Uruguay consiguió la doble nacionalidad. Tenía su vida hecha allí. No quería volver a España, aunque el régimen del dictador español le agradaba, era opuesto a su padre.
De él, no guardo ningún grato recuerdo, se han borrado todos esos detalles que cuando eres niño, hasta la adolescencia, se recaudan, te marcan el camino hacia la madurez. No conservo foto alguna, de su físico nada puedo decir, no alcanzo a poder describirlo, mantengo una visión borrosa de la que solo me queda la perspectiva de decir que era de estatura alta. Con esto no quiero decir que fuera un mal marido, ni un mal padre, pero conmigo fue muy severo, intolerante, el causante de que tuviera una infancia y una juventud desdichada.
Mi madre Robertina da Silva nació en 1929 en Brasil, en Río de Janeiro. De procedencia humilde, creció sin padre, murió cuando contaba con tan sólo tres años, al poco tiempo del nacimiento de su hermana Marcelina. Tras esa tragedia, sin apenas medios para subsistir, se trasladaron a vivir a una favela de Río de Janeiro, barrio marginal, nido de delincuencia, pobreza, calles empinadas, laberínticas donde los niños jugaban rodeados de basura. De tez oscura, ojos claros, mujer esbelta, alta, con mucho carácter. Sabía bailar muy bien. Contando sólo con doce años entró en la escuela de samba de su distrito, ayudaba en los preparativos del desfile de carnaval, aprendió a coser, el arte del maquillaje, a peinar, obteniendo una gran experiencia en cosméticos. Cuidaba de su hermana. Su madre Doña Marcela trabajaba duro para sacar a sus hijas adelante, dándoles una buena educación. Limpiaba escaleras en varios portones de la ciudad.
Mis padres se conocieron en unas vacaciones en Maldonado. El encuentro tuvo lugar en un salón de baile. José Luis invitó a algunos amigos a celebrar su graduación a sargento, allí estaba Robertina con unas amigas y su prima. Los chicos sacaron a las chicas a bailar, justo cuando la orquesta empezó a tocar una samba. Él la invitó, como buena brasileña no pudo resistirse. Bailaron toda la noche. Admirando la energía, la sensualidad de su armonioso cuerpo siguiendo los ritmos de la música. Durante un descanso le reveló que nació en Brasil, en Río de Janeiro. A partir de ese encuentro se vieron todos los días. Desde ese momento se cartearon, tras un año de noviazgo él le pidió casamiento. Se casaron en 1949. Sabían que eran de caracteres muy similares. Se enamoró de él, dispuesta a casarse, salir de la “miseria” que había en su casa. Era ambiciosa y emprendedora. Le costó mucho acostumbrarse a la vida del cuartel, en un universo tan cerrado, con sus reglas tan rígidas, era como vivir en otro planeta, en comparación con la vida dura pero alegre de su ciudad.
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LAS DECISIONES FINALES
Historical FictionBeti Roldán le entrega un manuscrito con sus memorias a su pariente y amigo el famoso escritor Raúl da Silva. Donde vive, descubre que su novio ha conocido a otra persona y le está siendo infiel, y tras una conversación en la que ella deja claro, q...