Me sentía muy adolorido y entristecido, ya que me sentia como si me hubiersan golpedo sin ninguna razón alguna.
Al volver la noche tomé el mismo caballo del día anterior y fui al campo de mi anterior hogar. Al llegar observe sí alguien estuviera despierto, fui a la parte de atrás y encendi una fogata tomé un palo y lo lance al techo de la casa. La casa se prendió en llamas y escuche a los malditos hijos de puta sufrir del fuego.
Sus gritos calmaron mi furia, sentía como si fuera un sicopata sin control.
Pero algo hacia que mantuviera la cordura y no caer en la locura.
Estaba con ganas de olvidar lo ocurrido o no haber nada más.
Iba de regreso cuando de pronto salió algo de unos matorrales...
Era un hueco. Me trato de atacar pero lo esquíve y le encaje mi espada en sí rostro podrido
matandolo de una vez por todas.
Volví a la ciudad a la mañana, artorias me vio y fue a verme.
-¿que fuiste a hacer?-preguntó enojado.
-nada sólo fue a hacer una visita-le dije.
Ahora me di cuenta que mi hogar era aquí con artorias y mis compañeros de la guardia.
Bueno como nadie sabía lo que pasó pase el dia como cualquier otro.