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Cuando Jimin despertó se sintió algo raro, tal vez porque después de ese golpe se había decidido beber hasta más no poder para olvidar ese inconveniente y aquel beso infortunado.

Apagó la alarma que en un principio lo había despertado, se sentó en la cama y se estiró haciendo tronar sus huesos.
Bajó sus pies de la cama, aún dormitado y sintiendo sus ojos pesados, colocó sus pantuflas y al fin se paró. Pero al hacerlo, su cuerpo perdió el equilibrio, haciéndolo trastavillar hacia adelante, al no estar preparado por el peso extra de esa mañana. Se estabilizó enseguida y abrió sus ojos en confusión, posando su mano en su pecho por el susto, entrandole el pánico al sentir dos bultos que no deberían estar ahí.
Miró hacia abajo sin creer lo que veía. Su pecho se alzaba bajo la musculosa del pijama, pero ¡¿Qué carajos?!

Corrió al espejo de cuerpo completo que estaba en la puerta de su armario.

—¡¿Qué mierda es esto?! — woa woa woa woa. ¿Qué era esa voz fina que salió de él? Apretó su cuello ¡¿Dónde estaba su manzana de Adán?! — No, no, no, no... ¿Qué, qué? —se acercó al espejo y no podría creer esa imagen ¡¿quién coño era esa chica en su espejo?!

Pasó sus manos por esa larga cabellera rubia, la cual llegaba hasta sus hombros, cayendo de manera ondulada sobre ellos. Era suave y cedoso. Se acercó aún más a la imagen y observó sus labios, lucían igual de carnosos, sin duda eran los suyos, sin duda ese rostro era el suyo, pero aún más fino. Como si en el espejo se asomara la hermana que jamás tuvo.
Su vista se perdió inevitablemente en los pechos que levantaban su ropa. No eran exageradamente grandes, pero tampoco eran pequeños. Posó su mano sobre ellos con algo de vergüenza y los apretujó. Eran suaves y él pudo sentir la sensibilidad en ellos, confirmándole que eran efectivamente suyos, estaban unidos a su cuerpo y a sus nervios. Él realmente tenía pechos. Ante ésta idea, sólo pudo comenzar a reír como loco, sin dudas era el sueño más realista e increíble que había tenido jamás.
—Qué locura —dijo entre risas, por lo menos, su trasero seguía ahí.

Posó su mano en su cintura y se paró poniendo la mayoría de su peso en una de sus piernas. Sonrió de lado a la imagen del espejo, era una mujer muy bonita. Ya podía tachar de su listas de deseos el saber cómo se vería si fuera mujer.
—Ok, creo que ya es hora de despertar —miró a su alrededor y de nuevo al espejo, su cintura era aún más fina y sus hombros más pequeños. Era tan tierno. Ah~ deseó tener una hermana para poder vestirla de las maneras más cute que pudiera encontrar, justo como ahora se estaba imaginando vestirse él para sacarse las ganas.
—Va, Jimin, despierta de una vez —se reclamó, dando pequeños golpecitos a sus mejillas con las manos. Nada. Ok, entonces se pellizcaria —¡Wow! Auch
—se sobó. Aún seguía ahí. — Basta, basta. Despierta —saltó en su lugar. —Ah, ya sé, ya sé. Agua.

Salió del cuarto, yendo hacia su baño.
Entró y abrió la canilla. Mojó sus manos y luego llevó el agua a su cara, refrescante y tan real. Se miró al espejo y ese rostro seguía ahí. Soltó otra risa, nunca le había costado tanto despertar de un sueño.
Rascó su cabeza confundido, tal vez si volvía a la cama y dormía un poquitin más, despertaría del todo.
Y así lo hizo, cayendo nueva y fácilmente en los brazos de morfeo.

💋💋💋💋

Su celular lo despertó nuevamente y lo tomó sin ver, atendiendo.
—¿Hola? — mmm... De nuevo esa voz.

—Oh, disculpe... ¿Está Jimin? — ¿se llevó a una chica a su casa sin que se él lo viera? Jimin reconoció a su amigo en la otra línea.

—Él habla, baboso...— se acomodó sobre su brazo, frotando sus ojos. Tosio pensando que así mejoraría su voz.

—¿Jimin? —preguntó incrédulo. — Bueno... Eh, sí. Me dejaste plantado, eh.

The Kiss Donde viven las historias. Descúbrelo ahora