O.B.L.I.V.I.A.T.E [Harco-Drarry]

Obliviate #final II

Todo el camino hasta Hogwarts había sido obviamente desafiante, iniciando con la muerte de Dobby, el infiltrarse a la bóveda de Bellatrix Lestrange en el banco Gringotts en busca de un horrocrux que ella poseía, ser traicionados por Griphook y liberal un dragón para escapar del banco con la Copa de Helga Hufflepuff como el horrocrux; terminando por saltar del Ironbelly ucraniano, ser salvados y conocer al hermano de Dumbledore en Hogsmeade, quien les enseñó un pasadizo hasta Hogwarts.

En Hogwarts, sus amigos les recibieron con alegría y alivio, llenos de preguntas que no pudieron responder porque el encuentro fue interrumpido cuando Snape llamó a todos al Gran comedor para informar que Harry había sido visto hace poco en Hogsmeade, lo que causó un enfrentamiento entre él mismo y el nuevo director. Todo acabó con la huida de Severus cuando la profesora McGonagall intervino.

Todos celebraron, pero el momento fue breve cuando el mismísimo Voldemort proyectó su voz en el colegio diciéndoles a todos que entregaran a Harry.

(...)

—¡Harry Potter! —Luna le había gritado como nunca para detenerlo. Harry lo había hecho a medio camino en las escaleras, sorprendido por su amiga, quien le dio una enorme pista para poder encontrar la diadema.

Encontrando a la "Dama gris", quien en realidad era el fantasma de Helena Ravenclaw, quien luego de tantas súplicas de Harry afirmando que la diadema serviría para destruir al Señor Tenebroso, ella accedió a decirle la ubicación con un acertijo que el azabache dedujo rápidamente, descubriendo que lo que buscaba se encontraba en la Sala de los Menesteres.

Mientras, Ron y Hermione destruyen con un colmillo de los restos del basilisco en la cámara de los secretos, el horrocrux que habían robado de la bóveda de Bellatrix en el banco. Voldemort, sintiendo eso, consigue destruir el escudo de Hogwarts en un arrebato de ira, dando oportunidad a sus secuaces para comenzar el ataque al castillo.

Ya en la sala se Menesteres, Harry encuentra la diadema, topándose también con Blaise Zabini, Gregory Goyle y Draco...

—Que coincidencia, Potter. —Malfoy dijo con sarcasmo, apuntando la varita de su madre en dirección al nombrado. Y aunque su cara y voz demostraba desprecio, su corazón iba mil por segundo. Blaise, a su lado, sabía que su amigo sólo estaba actuando porque Goyle estaba con ellos.

Zabini se sorprendió mucho cuando vio a Draco en la mansión, que servía como lugar de reuniones para los Mortifagos. Brevemente pensó que su amigo había vuelto a la normalidad, pero este lo llevó a su habitación y le explicó todo hasta ese momento.

—Vamos, Draco, acaba con esto. No seas cobarde, matalo. —Goyle se había acercado para susurrar al oído del rubio, quien sudaba y temblaba de los nervios. Pero para su suerte, Hermione apareció junto a Ron y con un expelliarmus quitó la varita de su mano.

—Avada kedavra. —Goyle contraatacó contra la castaña, quien se defendió.

Ron, furioso, defendió a Hermione y fue contra el grupo de Mortifagos: — ¡Ella es mi novia, estúpido! —sin embargo, rápidamente regresó corriendo. —¡Corran corran corran! —le gritó a sus amigos. —¡Goyle le prendió fuego a todo!

Mientras el fuego recorre toda la habitación, Harry se apresura a buscar la diadema con ayuda de Hermione, encontrándola inesperadamente rápido. Atrapados por el incendio, pensando en cómo escapar, el trio ve unas viejas escobas apiladas en una de las pilas de cosas.

Volando sobre el fuego, Harry buscó desesperadamente esa caballera rubia que durante tantos años siguió con la mirada por los pasillo y escaleras. Temiendo lo peor, lo ve y siente un enorme alivio. Draco, junto a Zabini, se habían salvado de ser consumidos por el fuego escalando la montaña de artefactos. Habían tenido suerte, no como Goyle, quien había caído directamente a las llamas que él mismo había creado.