Capítulo 12

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Es temprano, creo. Las ruidosas notificaciones que llegan a mi móvil me despiertan sin consideración. Lo busco a tientas por toda la cama hasta topármelo debajo de la colcha enredada en mi cuerpo, excepto en mis pies. Miro la hora, son las 9:47 y los mensajes son fotografías tomadas por mis familiares anoche, ¿es que acaso no duermen?

Boto mi móvil molesta por levantarme tan temprano en domingo e intento volver a dormir. Sin embargo, con mi cerebro activo, siento las molestas punzadas de dolor provenientes de mi mano, provocadas por todas las veces que me lastime mientras estaba inconsciente, y lo peor es que no tengo como aliviarlo.

De mala gana, salgo de mi cama con dolor, sueño y pesadez para ir al baño. Al regresar, bajo a la cocina por un poco de agua al sentir mi garganta reseca, ahí me encuentro con mi madre, luciendo radiante como si no se hubiese desvelado. Ella tiene una energía tan cálida, que desprende luz con sólo mirarla.

—Buenos días mamá —la saludo, aventurándome a su lado para tomar un vaso y servir un poco de agua.

—Buenos días mi cielo. —Responde ella con una sonrisa—. ¿Qué haces levantada tan temprano? Creí que descansarías.

—Lo mismo puedo preguntarte, ¿qué haces? —la cuestiono al ver toda la barra llena de comida. Bebo mi agua a sorbos largos hasta la última gota y vuelvo a rellenar mi vaso.

—El desayuno. —Me confirma con obviedad. Ella mezcla varios ingredientes en un bol, al mismo tiempo que vierte una taza de leche dentro—. Quería sorprenderte, hace mucho que no te tenemos en casa.

—Mamá no ha sido tanto tiempo. —Minimizo—. A demás, estoy aquí ahora, ¿no?

—Sí, pero para mí se sienten años. Te extraño mucho.

—Y yo a ti —expreso sintiéndome nostálgica al recordar mi vida entera a su lado; a pesar de todo, he tenido muy buenos momentos junto a ellos, incluidos mis demás familiares.

—¿Y cómo te sientes de tu mano? —pregunta, dejando el bol en la barra para acercarse a mí.

—Horrible. Quiero cortármela. No soporto el dolor —me quejo.

Aunque tal vez exagero un poco para recibir los mimos de mi madre, los cuales no tardan en llegar. Ella me abraza, para después acariciar mi espalda de arriba abajo, tratando de darme ánimos con su tacto.

—Si pudiera absorber tu dolor, lo haría sin pensármelo dos veces —rompo nuestro abrazo lentamente al darme cuenta de lo que hice. Por andar buscando su consuelo, puede que lo haya empeorado todo.

Me costó muchos años conseguir que mis padres no estuvieran sobre mí las 24/7. Fueron largas conversaciones con mi psicóloga para obtener un progreso con ellos y aunque no podía quitarles del todo su sobreprotección, al menos había logrado que las llamadas fueran menos constantes, pero a veces no podían evitarlo y ahora tengo miedo de que lo que paso, los haga tener un retroceso.

—Estoy bien mamá, no te preocupes. —Aclaro con presura para calmar los temores de su mente—. Mejor déjame ayudarte con el desayuno.

—No, no, no. Ni se te ocurra Shelby. Quédate tranquila, ya lo hago yo.

Soy prácticamente despachada de la cocina por mi madre, así que sin nada que hacer, vuelvo a mi habitación hasta que el desayuno este listo. Me tiro en mi cama blanda con toques rígidos al mismo tiempo. De la mesita de noche, tomo el móvil para actualizarme de todo aquello que me perdí; estoy subiendo y bajando sobre la plataforma hasta que veo una publicación de Anthon, es entonces que me acuerdo de él.


«Hola dormilón».

«¿Cómo te fue en tu entrevista?».

Escaleras a la Luna (PAUSADA POR EL MOMENTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora