Enamorada de mi mejor amiga. Warmi [Novela adaptada]

Capítulo 4

Mimi abrió los ojos y sintió un horrible dolor de cabeza. Miró a su alrededor y se encontraba en una habitación que no reconocía, no era la suya. ¿Dónde rayos se había metido? Entonces escuchó una respiración. Miró a su lado y vio un delgado cuerpo tapado hasta la mitad de la espalda con la manta. En ese momento recordó a Carlos, otra vez se había acostado con él.

En silencio busco su ropa y se vistió. Salió de la habitación haciendo el mínimo ruido posible para no despertarlo. Bajó a la calle mientras llamaba a Miriam para que fuera a buscarla. Miriam llegó, se subió al coche y miró a su amiga con cara de "no preguntes nada". De camino a casa llegó a la cabeza de Mimi las imágenes de Ana y Miguel besándose. Ahora no era el dolor de cabeza lo que le molestaba, era el dolor en el pecho, ese vacío en el corazón. Giro la cabeza para mirar por la ventana y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

-¡La odio!- se dijo para si mismo- la odio por hacer que la quiera.

Ni siquiera una noche con Carlos le podía hacer olvidar el beso que su amiga le dio a ese imbécil. ¿Qué tenía ese estúpido? Nada, era un completo idiota. Mimi se limpió las lágrimas de sus mejillas. No quería seguir llorando por ella, quizás no valía la pena.

-A quien engaño, ella lo vale todo- se dijo para si misma- pero tengo que resignarme, ella no es para mí. -suspiró.

-Miriam -dijo Mimi sin mirarla.

-Dime -le contestó.

-Dejame aquí, iré andando. Quiero despejarme.

Dicho y hecho. En cuanto pudo, Miriam aparcó el coche y Mimi se bajó.

Mimi volvió a suspirar y empezó a andar hasta su casa, pasando frente a la casa de Ana. La ventana de su dormitorio estaba abierta, probablemente está haciendo deberes o algo así.

Pero Ana estaba sentada, leyendo un libro. Aunque la concentración no era demasiada, ya que no dejaba de pensar en el sabor de los labios de Miguel. Sonrió, era un chico agradable, simpático y muy tierno. Le gustaba. Miguel era ideal. Aunque seguía enfadada porqué Mimi la había dejado sola y ni se preocupó. Mimi no tenía solución, pensaba Ana. Esperaba que algún día se enamorara de alguien, pero lo dudaba. Dudaba que el amor tocara la puerta del corazón de Mimi porqué ella no lo permitía.

Ya era lunes y tocaba irse a clase. Ana acababa de arreglarse el pelo. Había tardado más de la cuenta, quizás el motivo era que vería a Miguel en el instituto y eso le emocionaba. Tenía que verse guapa, o bueno, lo que pudiese contando que eran las siete de la mañana.

Tocaron al timbre de su casa. Miró la hora. Era tardísimo. Probablemente Mimi viniera a buscarla. Bajó corriendo las escaleras, cogió su mochila, se despidió de sus padres y de su hermano mayor y abrió la puerta. Pero cuando abrió la puerta, no era Mimi quién estaba allí...

- ¡Miguel!-susurró emocionada.

-He querido venir y darte una sorpresa ¿te ha molestado?-preguntó el con dulzura. Ana negó, le cogió la mano y se fueron juntos hacia el instituto.

Mientras tanto Mimi salía de su casa. Bajó corriendo las escaleras porque llegaba tarde y sabía que Ana le iba a decir algo. Ya estaba pensando la manera de pedirle perdón cuando la vio con alguien, y ese alguien era Miguel.

-¿Y ese quién se cree?- dijo enfadada.