Leona. Deux

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Se despertó en medio de un bosque; no sabia como ni cuando había llegado allí, ni mucho menos en que momento se había cambiado de ropa; ya no llevaba su vestido de iniciación escarlata, sino un vestido blanco como la nieve que tenía un hermoso velo tejido a mano saliendo de cada manga; este velo se recogía en la parte baja de su espalda y caía grácilmente hasta el inicio de sus glúteos. Aunque el vestido era hermoso, Leona no podía ignorar que se encontraba en un lugar desconocido para ella; no reconocía aquel bosque de ninguna parte de Melaria y eso la asustaba.

Decidió que preocupándose no llegaría a ningún lado, tenía que encontrar una salida de aquel extraño lugar y llegar a su casa antes de que se encontrará con la persona que la había traído aquí; comenzó a caminar por el bosque, no había signos de que hubieran ciudades cercanas pues parecía sacado de un cuento de fantasía; los arboles llegaban a alturas increíbles y en sus troncos tenían flores de colores que Leona nunca antes había visto; el césped parecía una almohada de plumas y su color verde era hipnotizante, mientras caminaba comenzó a escuchar el trinar de múltiples pájaros que parecían estar tocando una melodía conocida para Leona; no sabía por qué pero de repente sintió la necesidad de encontrar la fuente de aquella hermosa melodía que le removía los recuerdos. Mientras seguía aquella extraña y armoniosa melodía Leona se tropezó con un camino de flores, no entendía como había llegado allí ese camino, pero estaba claro que alguien se había encargado de poner cada flor con completo cuidado, no quería pisarlo, pero algo le decía que aquel camino la llevaría al origen de aquella música; pisó con suavidad el camino de flores y una deliciosa fragancia inundó el ambiente; por alguna extraña razón esa fragancia le devolvió su valentía natural y con esa cualidad recuperada, Leona comenzó a caminar por el camino de flores mientras aquella fragancia se impregnaba en su inmaculado vestido blanco.

Aunque pareció una eternidad, llegar al origen de la música solo le tomó un par de minutos a Leona; tal vez estaba demasiado embelesada por el paisaje que la rodeaba como para darse cuenta de el tiempo que había estado caminando. Cuando el camino de flores terminó, Leona se encontró ante un claro enorme rodeado de las mismas flores que componían el camino que la había traído hasta aquí; el claro estaba completamente vacío y en la opinión de Leona asemejaba al salón de baile en donde había pasado la noche con aquel joven hijo del invierno, se acercó lentamente al centro del claro, a cada paso que daba la melodía comenzaba a aumentar y Leona se encontraba recordando una y otra vez el brazo de aquel joven presionando fuertemente en su espalda mientras la guiaba a través de complicados pasos que parecían arte reproducidos por él.

- Veo que deje una buena impresión en mi querida compañera de baile -

Leona se paralizó, aquella era la voz del joven de la noche anterior, ¿estaba aquí? ¿conocería su cara? Leona no quería quedarse con la duda así que giro rápidamente y se encontró con un muchacho que, aunque anoche tenía cabello plateado, bajo la luz del sol tenía tonalidades rubias, sus ojos azules seguían brillando como dos diamantes y Leona se quedo simplemente sin palabras; su cara parecía esculpida por un artista, su mandíbula era fuerte pero delgada y sus labios eran gruesos y delicados.

- Tal vez - habló nuevamente el joven - mi querida compañera no me reconoce -

Antes de que Leona pudiera responder, su compañero la tomó nuevamente entre sus brazos y acto seguido la música que los había acompañado en su primer baile comenzó a sonar nuevamente, Leona no tuvo que pensar, su compañero la guiaba nuevamente como si se conocieran de toda la vida y su cuerpo reaccionaba como si nunca hubieran dejado de bailar.

- Eres tú - Leona se sintió estúpida, si solo era capaz de pronunciar esas dos palabras, probablemente quedaría en ridículo frente a ese hijo del invierno.

- Eres tú - él respondió como si fuera un suspiro, no parecía estar burlándose de ella, parecía estar admirándola.

- Cómo... - Leona no sabía que pregunta hacer primero, había tantas cosas que quería saber de él - quién... -

Un amor de leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora