Emboscada

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No vio a Chanyeol desde esa noche. Se mantuvo activo en la " Sociedad del Fénix ", tratando de cubrir sus ausencias en casa con salidas a la casa de Soyeon. Sus besos e insinuaciones sólo le recordaban la cara de Chanyeol diciéndole que "nunca estaría satisfecho". Eso lo hacía rabiar, mientras jugaba debajo de las faldas de su novia, sin encontrar excitante la exploración del cuerpo femenino. Se sentía fallado, mal hecho. Un poco hombre. Se sentía avergonzado de sí mismo. Se odiaba infinitamente. Sólo el trabajo en la sociedad le aquietaba la mente de mirarse al espejo. No volvió a presentarse al "Trébol Rojo".

Esa noche coordinaban una entrega de armas a campesinos en las afueras de la ciudad. Debían asegurar la primera posta, hacia Jongin, quien llevaría el cargamento junto a aliados a los campesinos insurrectos. Había dicho que visitaría el puerto con unos amigos en la casa de verano de la familia de HyunBin. La mayoría de ellos pertenecían al Fénix.

- Está tardando el contacto... - frotó sus manos enérgicamente, mientras Kyungsoo revisaba su reloj de bolsillo.
-
- Minhwan aclaró que estaría aquí a media noche. - un ruido los alertó, mientras veían una sombra salir de los callejones del puerto. Un hombre gigante, con aspecto de tabernero salió de las sombras, rodeado de varios más.

- El Fénix me busca. - habló con voz grave. - Tengo lo que quiere. Pero quiero ver el dinero... -

Kyungsoo se acercó al hombre, ladeando su sombrero para que su rostro permaneciera cubierto. Hyun Bin partió tras él, entregándole la maleta de cuero, a la que le extrajo los seguros y abrió, revelando los fajos de billetes. Todos movidos por los activos que la sociedad manejaba en la banca inglesa y la exportación. Los trabajos de Junmyeon para canalizar eso en dinero habían sido excepcionales.

El hombre miró el contenido del maletín y alzó la vista, la expresión dura cambió a una mueca dudosa . - Me parece perfecto... Pero ahora quiero el doble. -

Kyungsoo sintió sus nervios tensarse, pero hizo acopio de toda la tenacidad que le habían dado los ensayos en el Tribunal - Está todo lo que haz pedido. -

- Pero ahora se me antoja más. Sé que lo necesitan. Y con hombres como tú en sus filas, pueden dármelo - la sonrisa maliciosa se agrandó en la boca del hombre, mostrando la dentadura amarilla y grotesca. Kyungsoo sintió como la vena le estalló en el cuello. Se olvidaba de que estos hombres sólo veían por ellos en los tiempos de crisis, sin un ápice de moral.

- ¡Cumple con lo acordado!. - la mirada oscura del hombre se reflejó en los ojos de Kyungsoo - El dinero está completo, o prescindiremos de tu servicio. -

- Puedo conseguir otros compradores. Siempre hay gente hambrienta de armas. Incluso gente del Régimen. Ellos pagan bastante mejor que los rebeldes... -

- No estás respetando el acuerdo. - una voz los hizo saltar. Chanyeol salió de las sombras y se aproximó a Kyungsoo, cubierto por una gabardina larga y oscura, sus ojos fijos en el hombre y sus matones.

- ¡Park! - respondió con una alegría exagerada el hombre. Los que estaban a su lado se pudieron tensos, mirando a Chanyeol con desconfianza. Kyungsoo volvió la vista a los traficantes, aún sorprendido por la repentina aparición del alto. - Es una sorpresa verte otra vez. No sabía que andabas cubriendo las espaldas de los muchachitos ricos. Con integrantes como éstos estoy seguro que puedo pedir más de lo acordado. Las necesitan ¿no? El doble o nada.

Kyungsoo iba a sacar su reloj de oro de bolsillo para subir lo acordado, pero fue detenido por la mano de Chanyeol, quién le lanzó un fajo de billetes bastante grueso. - Con esto cubre lo que falta -

Uno de los matones tomó el dinero y lo acercó a su jefe. Éste lo acarició con los dedos. - Vaya, bastante. ¿ De dónde lo sacaste? ¿Del puterío de tu madre? Aún así creo que no es suficiente. - el hombre se guardó el fajo de billetes dentro de la chaqueta. - Deberías darnos acceso gratis al burdel de la ciudad por una semana a mis hombres y a mí. Mínimo para compensar, ¿no crees? Estaría gustoso de follarme a la puta de tu madre gratis... -

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora