Por siempre

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Habían permanecido en silencio durante muchas horas en la oscuridad de la cabina, en lo profundo del barco. Apenas estaban sustentados por pan duro y agua de mar, debido a que la potable había desarrollado una gran capa de moho verde que impedía usarla. Kyungsoo aprovechaba la salmuera para limpiar las heridas de Chanyeol, que parecían haberle dado tregua. Dormían abrazados apilados junto a los otros muchachos y hombres que allí estaban, no sabiendo muy bien su destino. Uno de ellos hablaba que podrían llevarlos a la isla del sur, para trabajos forzosos. Tuvo esperanza en el destierro, al menos estarían con vida en aquel lugar, juntos. Esperaba resistir hasta ese momento pues la deshidratación y el desgaste de su cuerpo por el viaje en el carguero los tenían a todos en los huesos y con mal aspecto.

Un día dejaron de escuchar el motor a carbón de aquel barco viejo. Los hombres que no dormían se agitaron, entre ellos, Kyungsoo y Chanyeol, oyendo pasos constantes en la cubierta, dando tumbos de un lado a otro. Pronto la escotilla fue abierta y viajaron tres hombres, varias sombras arriba esperando. Los jóvenes se taparon los ojos y gimieron, tratando de acostumbrarse a la luz del sol, que no veían hace días.

- Tú y tú... - el más corpulento, de espesa barba, señaló a Kyungsoo y Chanyeol, que estaban tendidos en un rincón, a medio levantar. - Y tú... - señaló a un muchacho menudo y flaco, sentado a sus pies. - Arriba, putos.... - tomó del brazo al muchacho, que languidecía sin fuerza, y lo subió a empujones por la escalera de metal, dejando a los otros dos hombres que habían bajado con él esperando por la pareja que había señalado primero. Kyungsoo y Chanyeol se miraron, temerosos, pero no tuvieron tiempo de reprochar, las moles se habían acercado y a punta de patadas y jalones, los acercaron a la escalera. Kyungsoo entre gritos les pidió que pararan, que subirían de buena gana, pero que no golpearan a Chanyeol, por lo herido que estaba. Los hombros se miraron con burla, y entre risotadas le dieron un puñetazo, mientras a Chanyeol lo azotaban contra la escalera.

Cuando ambos lograron llegar a cubierta, sólo oyeron llantos y ruegos que fueron acabados por el sonido de un balazo. Un balazo que había roto el sonido de las olas golpeando el casco de fierro del navío. Kyungsoo miró a Chanyeol con el alma hundida, el terror reflejado en sus pupilas grandes. Por primera vez ya no pudo ver serenidad en la mirada del más alto. Él lo miró, duramente, e intentó tomar su mano, pero uno de los hombres la pateó, diciéndole que "fuera hombre de una vez y se dejara de mariconadas".

Entre empellones llegaron a la proa del barco, para observar como un par de hombres arrojaban el cuerpo del primer muchacho al agua. El barbón limpiaba su arma, una révolver de 9 mm, para luego devolverles la mirada, con una sonrisa irónica.

- Es divertido como hasta los ricos se dejan dar por el culo... - las risotadas fueron estridentes. - Al hijo del juez le gusta chupar pollas. Y al hijo de la puta de Park igual... ¡La mariconada no perdona! - y comenzó a reírse nuevamente, haciendo que los demás se carcajearan también. A empujones y patadas en los muslos los hicieron arrodillarse de golpe, sin dejar de insultarlos de escupirles y jalonarles el pelo. Los obligaron a poner las manos en la nuca con los toques de cañón de armas pinchándoles las costillas. Cada golpe le enviaba escalofríos por el espinazo a Kyungsoo, que cayó en cuenta de lo que pasaría en ese momento: Esos hombres iban a matarlos y arrojarlos al mar.

Un miedo subido le hizo temblar y las lágrimas cayeron furibundas por su rostro. En su mente comenzó a repasar su vida, ésa de lujos y elegancia en la gran ciudad, y se preguntó que había hecho mal para terminar en eso. Miró a Chanyeol, pero lo desencajó la pequeña sonrisa que le dió, ésa llena de ternura que le había dado varias veces en último tiempo juntos. "No llores" le dijo con el movimiento de sus labios. Eso le costó un golpe en las costillas por un pie, que lo hizo doblegarse de dolor. Un sollozo le hizo explosión en la boca, lo que le hizo ganar una patada en las costados también.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora